FRIKIS
Todos llevamos a un friki dentro; aunque sea en un trocito chiquito de nuestro cuerpo. Pongamos por ejemplo a los “pijorros” en un bodorrio e igual secuencia: el WC.
Ellos, tipo engominado con algún caracolillo tras las orejas. Traje de Ermenegildo Zegna. Entra a mear, se saca la polla –termina- se la espolsa. La ubica en sus gallumbos de Calvin Klein. Se acerca al espejo y ¡che tú! En vez de lavarse las manos, se arregla el nudo de la corbata, se mira el cabello, se empapa la mano con saliva y se repeina.
- Pero que chulapo estás, tío –se dice con una mueca.
Debería sonar: Do you think I'm sexy? De Rod Stewart.
Ellas, estilo Presley. Con su palabra de honor –negro- de Carolina Herrera y sus Blahnik con cristales de Swarovski. Entra para hacer un “pipirrún” se baja su tanga de “la Perla” y suena el iPhone 5. Unos cuantos meneítos –mientras se sube la braguita con la mano libre- sale hasta el espejo y al abrir el grifo… ¡Me caguen en la hostia!
- Pepi, sigues ahí. Es que una uña de porcelana se me ha roto ¡será cabrona! Luego te llamo –saca Loctite de bolso y se la pega.
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Éstos, son los “frikis” que –por lo general- al verlos sólo te sale la onomatopeya ¡ajjjjjjjj!!!!!!!!!
Luego están los “frikis” que te molan. Los que forman parte de tu particular catálogo de “Mis Queridos Monstruitos”. Uno mismo, en esa feria. Los separo en dos grupos: los sin techo y los con techo.
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LOS SIN TECHO
“El farsante”. Su casa, frente al polideportivo municipal. Con gafas de diseño y ducha a diario; paga su entrada en el gym y se asea. Lleva MP4 y barre su trozo de calle como si fuera un palacete. Le he dejado ropa y comida, muchas veces. El otro día, coincido con él; voy a darle una fiambrera con arroz y me dice que me lo meta por el “orto”.
- ¡Qué se cree usted! ¡Estoy aquí porque me sale de los huevos!
El mundo se te cae a los pies. Decido que –la próxima vez- hará de prima su puta madre.
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“La tetas”. Era un espejismo real: meando a lo can, con el potorro al aire. Horas después, le guiña un ojo a uno y le dice:
- ¡Qué! Hace un kiki. Por tres euros, lo que quieras –mientras se coge las tetas.
Las más grades que he visto, jamás. Sin sujetador, claro. Su talla se hace a medida. Antes, llevaba coleta: demasiados piojos. Ahora, se ha rapado y se ha dejado una mecha morada. A la tía no le hace falta ni Prozac ni Diazepam ni putos psicólogos ni mierdosos “comebolas”. Será cuestión de sentarse con ella. Con el perdón de los profesionales. Pero, una, sabe de lo que habla.
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“El fashion”. El sábado, estaba dentro del Renult 5 –amarillo arrobiñado y sin matrícula- aparcado, perpetuamente, en un descampado: su casa. Con el culo en pompa plantando un pino sobre un periódico. Viste a lo Bowie-andrajoso en Starman; tiene su atractivo, aunque el último baño se lo diera para celebrar el cambio de milenio. Anoche, leía un periódico a la luz de una farola. Lo miro y me suelta:
- ¡Qué! Rubia ¿Me haces compañía?
Y me enseña un tetrabrik Don Simón de vino tinto. ¡Joder! ¡Menudos pretendientes me salen!
LOS CON TECHO
“La porras”. Uno setenta y cinco, con lo mismo de peso –entrada en carnes, bien compensadas. Melena a lo Belén Esteban –rubia oxigenada. Por donde pasa: la miran. Se hace de notar… Lo mismo que cuando pone –a toda hostia- a los “Chunguitos o a las “Azúcar Moreno” –vive en un primero y abre las ventanas de par en par- ¡Ya te digo! Un día su padre, me dice:
- No, si la Mari es cinturón negro de karate y trabaja de Guarda Jurado con pistola y tó.
Y allí que me la veo: en la Fnac de segurata. De negro riguroso y con cara de mala hostia. ¡Joder con la nena! ¡Cualquiera se mete con ella!
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“El Barenton”. Bajito con una ligera cojera –por la prótesis de su cadera- y voz de carajillo. Un gruñón entrañable, el “camata” del bar esquinero; en vez de saludarte, dice:
- Auuu!!! –Levantando el mentón y palabrería –indescifrable- por lo bajini.
Un día le pregunto:
- Cómo te llamas
Y me suelta:
- Como los Reyes magos, el que prefieras.
- Pues, Baltasar.
- Pues eso, acertaste. Así me pusieron. Anda –sigue la cháchara- has visto al Toni: está como un tonel. Un día de estos, va a pegar un pete…
¡Hostia! Y el que la espicha es él. Sepsis por Gram positivos causada por la prótesis –antediluviana- que llevaba.
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“El Yaso”. Entra en el super y al ir a coger macarrones, tira dos paquetes al suelo –los coloca, roja pimentón. Después, al coger una botella de H2O arrambla con la de al lado y la tira al suelo –etiquetas fuera y reventón-; para colmo de sus males, en la zona de bebidas alcohólicas ¡zas! se gira para hablar con su amigo y se lleva tres botellas de vino por delante –en un “plis plas” se convierte en la mujer menguante escondida bajo tierra. ¡Qué vergüenza! ¡Menudo pestazo! Su amigo ya no puede más:
- Niña escribir, no lo haces mal, pero eres Pajares –ésa trapatroles, soy yo.
Llego a casa y sigo con mi circo. Dejo la compra sobre la encimera y comienza a:
- Pi, pi, pi… –Mientras, se encienden y se apagan, todas las luces de su noria. Un olorcillo a “socarrado” me llega al olfato-. ¡Seré burra! –Me digo a mí misma.
Nada, que si me marcho, prendo la casa.
Suena el teléfono. Es mi amiga, Menchu. La del iPhone 5. Crecimos juntas y ¡qué se la va hacer! Ella de Blahnik y yo de Bersha. Me invita a su casa, vive con sus padres; aunque Pocholo –el que utiliza saliva para sujetarse el cabello- la raptará un día de estos.
Tengo morbo por ver cómo está redecorada… Sobre todo, porque su hermano está loco de remate. Vamos, que el Fran –según ella- de unos años a esta parte, está como una puta cabra
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“El Lugosi”. Menchu, asegura que su habitación tiene más mierda que el palo de un gallinero y está repleta de, arañas, murciélagos y demás artilugios “friki-vampíricos”. Afirma que hasta duerme en un ataúd. Se metió tanta matraca, que desarrolló esquizofrenia. Está acojonada. Ha puesto cerrojos en su cuarto porque tiene miedo que la violé. ¡No me creo nada!
Menchu, abre la puerta con un chándal de Loewe. El pasillo está lleno de Vírgenes y crucifijos; el salón, amenizado por una fotografía –tamaño acojonante- de Don Francisco Franco Bahamonde. Pienso que la locura de Fran, está más que justificada.
Parece que, “el rarito”, no está… Así que, podemos ver su cubículo. La puerta chirría. Perpleja, descubro que no miente: es otro mundo…
La morada del mismísimo Dracula. El panteón único de Fran - kenstein. De repente, mi amiga chilla y sale –echando hostias. Me giro y me veo a “El Lugosi” mirándome. Está colgado de una barra del techo, con los brazos cruzados. El cabello, a modo de níveas estalactitas; los ojos, platos soperos; la mirada, fulgurante.
- Hola Pepi. ¡Qué idiota es mi hermana! Tiene candados por todos los sitios; no sé por qué tiene miedo. Tú eres valiente… Y sé que te gusta mi pequeño paraíso –me mira el cuello y se relame-. ¡Qué! ¿Te hace un sueñecito conmigo?
Se precipita sobre mí y me muerde la yugular. La sangre mana a borbotones. Creo que voy a desmallarme, la mirada se me nubla… Veo a todos los frikis descojonándose de mí. Caigo al suelo.
Abro los ojos. ¡Joder, vaya pesadilla la nochecita de Halloween! Miro a uno y otro lado.
- ¡Aaaaaaaaaarrgggggghhhhh!!! ¡DIOOOOOSSS!!! ¿Por qué?!?!?!
Estoy dentro de un féretro –violeta- con los brazos cruzados sobre el pecho. Los tirabuzones de mi melena, se han alisado. Y, su color, ha trasmutado a negro con mechones carmesí. Me he convertido en la novia cadáver, no en vampiro, no en zombi, no en monstruito: ahora, soy una friki más. No, doblemente friki.
Fran se acerca sonriendo. Un hilillo de sangre resbala por su boca…
- Mi querida Pepi, te he rebautizado. Desde ahora, serás, Morticia. Mi Morticia: soy muy feliz. ¡Por fin has despertado! Y –tu nuevo look- te sienta fenomenal. Estás muy sexi.
Ann@ Genovés
30/10/2012