En casa somos seis y dos gatos, y a ninguno le gusta el chocolate con naranja excepto a mí. No tengo que preocuparme; siempre que quiero lo tengo en la despensa, a nadie le interesa. Hoy, sin embargo, me he dado cuenta que alguien se ha comido media tableta.
Y todos lo niegan.
Ahora mi mujer ha salido al jardín para hablar por teléfono. Está inquieta y no parece darse cuenta de que está lloviendo.