El martillo
Como todo el mundo sabe, en cada habitación donde dormimos, en cada hotel al que vamos, nos espera un martillo que es el mismo de siempre. Ese incansable martillo nos persigue y, en cuanto nos reconoce en la habitación contigua, se pone a ladrar clavos de contento. Nosotros, naturalmente, tratamos de dormir. Pero él jamás se aquieta. Insiste. Se ensaña en la pared de nuestro sueño. Quizá sea una suerte. Quizás esté velando por nosotros. Martillo temporal, golpe de vida, empecinado pulso.