un nosotros
Las horas pasan desprovistas de sus ratos,
vagones de una mina que transitan su raíl sin su carbón
vacíos
copiando el ruido de los trenes que vuelven a casa.
Cuán vasto es el mundo,
cuánto buen sendero va viendo su camino
asfaltado de abismos tan apetecibles como vacuos...
Como en la mitad de un mal sueño
en el que las puntas de los dedos
no alcanzan desde el lecho en llamas
la mesita y el vaso de agua,
mi piel espera al ferry en la mitad del páramo.
Pero no todo está perdido ya,
muchacha desconocida,
en lo inmenso del desamparo.
Los pequeños detalles, los anhelos, lo minúsculo,
lo mío, lo tuyo,
aún aflora despacio
en el álgebra de este tiempo caducifolio
llenando los cálculos de sencillas margaritas
que prender de tus ternuras,
y en el páramo donde espera al ferry
mi piel, tu piel,
muchacha desconocida,
ya va encontrando su rincón de tierra húmeda
un jardín perenne.
Un nosotros.