(Serie de fotografías de luz realizadas por Miguel-E. y en ocasiones con la presencia por una servidora)
Era una noche firme, pero con todas las estrellas descarnadas y fuego corriendo por las alcantarillas. Palpitamos y nuestros abrazos temblaron tan fuerte que disiparon el tiempo y nos hostigaron frente al suelo, frente al finito del gris. Pero la sangre no falló y su sabor nos hizo tropezarnos con las luces salvajes de la ciudad titilante. Nos hizo proclamar el incendio. Proclamarlo ciego.