primavera – presagio del eclipse y del crepúsculo


Hijo, ya te llevo en mí
como un presagio aprendido
del eclipse y del crepúsculo,
ufano aprendo
a relatar el constante oleaje,
el caleidoscopio de los tilos,
los aires y los daños
con frágiles palabras y hechos acerados
en el día luminoso.

En la noche luminosa
yérgome en cronista de lo que antecede,
para ofrecerte
un minucioso mapa en blanco
          de los minutos en que nada pasa
para que sucedan siempre
siempre sucedan
sucedan siempre
tus pasos primeros.


Hija, ya te llevo en mí
como un futuro bueno
que recuerdo con ternura,
la vida ya espera en los cuartos para ser la vida mía
con lágrimas tuyas que serán lluvia tenue,
que fueron agua clara,
que son mojarse afuera al fin en el gran refugio.


Hijo mío, ya te llevo en mí
más que yo mismo,
traiga el vestido de sangre de tu cuerpo
a esta irrealidad desnuda
desgranado un mundo nuevo,
un mundo por fin mundo
por fin nuestro.


Hija mía, invirtamos los propósitos,
que soy yo tuyo más que tú de mí,
dé a luz
tu obligado nombre
a un padre libre sobre la ruina.

Seas hermosa y limpia como tú,
como el amor que siento.

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