Deambulando alrededor de las cápsulas originales del proyecto Mercury, me contaron una historia entre escatológica y didáctica. Seguro que recuerdan a Lisa Nowak, la astronauta celosa del Discovery, que fue acusada de intento de homicidio tras intentar secuestrar y agredir a otra mujer que consideraba rival por el amor de un compañero de oficio. La susodicha estaba convencida de que Collen Shipman, ingeniera de tierra, mantenía un rollito con William Oefelein, por lo que actuó en consecuencia. La señorita Shipman llegaba un lunes de un vuelo al aeropuerto internacional de Orlando, y Lisa Nowak, ni corta ni perezosa, inició un viaje en coche de un montón de horas desde su hogar en Houston, Texas, hasta Florida. Pero lo que no todo el mundo sabe es que la chica, para no tener que parar a orinar, se puso los MAG -Maximum Absorbency Garment-, los pañales de máxima absorción que utilizan los astronautas en sus misiones, que pueden absorber 400 veces su peso en agua.
Bien, hay otras versiones de la historia, pero esta es la que me contaron y la que más me gusta. Moraleja: por mucha tecnología que desarrollemos, nunca podremos superar a Otelo.