Poesía Completa
Edward Thomas
Edición de Ben Clark
Linteo. Orense, 2012
419 páginas, 25 euros
Valoración 4/5
Poesía Completa
Edward Thomas
Edición de Gabriel Insausti
Pre-Textos. Valencia, 2012
357 páginas, 29 euros
Valoración 4/5
JUSTICIA PARA THOMAS
Las razones por las que un poeta es rescatado del olvido son casi las mismas que aquellas por las que la noción dominante en su época lo desterró. Tal es la dinámica que mueve la marea de los gustos, en los que todo lo que está hoy debajo puede volver a estar arriba, y al revés: los casos de Góngora, Hölderin, Pessoa y Cernuda lo demuestran.
A Edward Thomas (Londres 1878-Arras, 1917) le perjudicaron varias cosas: el carácter tardío de su obra poética, que, a diferencia de su prosa y su crítica, empezó a componer en 1914, es decir, solo unos pocos años antes de morir en el frente de Francia; y la escritura de los modernistas anglosajones, que solo vieron en su obra lo que esta tenía de trasnochada herencia romántica y de naturaleza patriótica, sentimental y paisajística. ¿Fueron injustos al pensar así? No estoy muy seguro de ello: el contexto histórico en que una obra se escribe varía del contexto histórico en que en la posteridad se lee.
Lo bueno, lo malo
Lo anterior explica que haya obras que solo son de un tiempo, como otras lo son de todos los tiempos y algunas -bastantes- de ninguno. De ahí que tan justo sea el desinterés que los modernistas sintieron por Thomas como la atención que, desde hace varias décadas, los poetas en lengua inglesa manifiestan hacia él.
De Thomas pueden hacerse lecturas no siempre coincidentes, y las que señalo en modo alguno lo son: difieren tanto entre sí que lo que para unos es lo bueno de Thomas es para otros lo malo de él. En arte toda virtud puede ser considerada vicio y, por lo mismo, todo vicio puede ser visto como virtud. Pero de gustibus non disputatur.
Lirismo moral
¿Qué es lo que hoy interesa de una obra como esta: la unidad intertextual, que la tiene; los temas, que son varios; o su escenario? Lo primero da cuenta de su sólida estructura mental; los segundos remiten demasiado a unas fuentes en exceso reconocibles, en las que la sombra de Shelley, Keats, Wordsworth y Coleridge resulta reducida yu contaminada por la tradición ruralista encarnada por la poesía menor de Cooper y Clare, la prosa de Borrow, el pensamiento de Jefferies, los Rural Rides de Cobbet y la poesía última de Hardy.
Thomas es un poeta de la naturaleza en un mundo en que el sentimiento de la naturaleza casi ha dejado de existir. Pero hay que decir que Thomas no es un poeta bucólico ni tampoco un poeta bélico: es un poeta cuyas intensidades vienen dadas por su propia vivencia personal, que es lo que sus poemas nos transmiten. Y hay que reconocer que un alto número de ellos trasminan un profundo lirismo moral.
El azar ha hecho que dos versiones de su poesía completa aparezcan de modo simultáneo. Lo que es un indicio del interés por él. La versión de Ben Clark es más literal que la de Insausti, que tiende a dar a Thomas un tono cernudiano que no sé si tiene, aunque sí hay numerosos motivos -el de las gaviotas es uno de ellos, como la oblicuidad a lo ajeno y la fidelidad a sí mismo son otros- que los podrían interrelacionar.
La edición de Insausti contiene un excelente y meditado prólogo y un aparato de notas que ayudan a comprender su sistema referencial: sobre todo, el de los topónimos, que, en esta escritura, como en la de Unamuno, cubren un expresivo campo de significación por las evocaciones que en sí mismos despiertan.
Grado de perplejidad
Poesía de percepción, más que de lenguaje, la de Thomas ofrece visiones de instantes o remociones de recuerdos convertidos en análisis, elegía, himno o canción. Y hay que elogiar el esmero que Insausti ha puesto en encontrar la rima asonante en aquellos poemas en los que resulta necesaria esa tonalidad. Como dice uno de sus versos, «El pasado es una tierra extraña, muy extraña», y de vez en cuando vuelve para producir en nosotros ese mismo grado de perplejidad que concentra en los espacios y tiempos intermedios, entre los que hay ósmosis y permeabilidad.
Un instante es muchos instantes. Y esta poesía describe que todo es siempre más: como una de esas casas que el poeta ve y recuerda después «tan aterciopelada y fresca bajo las tejas tibias» - como dice la fiel versión de Clark- o «callada, fresca y suave bajo los tilos cálidos» como interpreta Insausti. Dos modos distintos de leer a un mismo poeta: dos modos, pues, de ser lector.
Jaime Siles
ABC cultural
Sábado, 22 de septiembre de 2012