No siempre tiene uno la sensación de que los congresos a los que va tengan más utilidad que la de permitirnos cumplir con las obligaciones propias de nuestro trabajo académico y aumentar algo el curriculum. Afortunadamente, el congreso de IBBY (International Board on Books for Young People) al que he asistido recientemente en Londres ha sido una excepción muy, pero que muy agradable.
En torno al mundo de la literatura infantil y juvenil, se han reunido no solamente investigadores universitarios, sino profesores de todos los grados académicos, narradores orales, promotores de lectura, editores, autores, etc. Todos ellos han demostrado un entusiasmo y una pasión por sus respectivas tareas que era precisamente lo que hacía del encuentro un intercambio rico y lleno de vida.
La experiencia ha sido extremadamente positiva desde un punto de vista personal y profesional (si es que ambos pueden separarse del todo), y el entorno londinense ha aumentado el placer estético y emocional de esta reunión en torno a la literatura para niños y jóvenes.