Te Amo en Madrid

Quiero hablar de alguien.
De un hombre que, a lo sumo, tiene veinticinco años.
Es un hombre muy hermoso que quiere morir antes de ser seducido por la muerte.
Lo amas.
Más que eso.

*

Te amo demasiado.
Ya no sé escribir.

El amor excesivo entre nosotros, hasta el horror.

- Marguerite Duras, ESTO ES TODO -

Estoy escribiendo una novela. En esa novela sos uno de los personajes más azules, y también está el mar. Pero de pronto la historia que escribo en realidad dice que el mar se concentra en una taza de café. Entonces lo apuro, doy un sorbo enorme para acortar distancia. Pienso en las noches que queman como el café y el mar. Hay un momento en que sé que el café es solamente eso, y sin embargo mi cuerpo ahora agita las manos trazando un viaje. He dicho las palabras del vértigo, y también que el amor no es siempre amor sino emoción. Y que el amor emociona por sobre el mar y lo posible de tu cuerpo en este mundo. Creo que sos azul y por eso te escribo en mi novela. Para tenerte he de escribir muchas cosas sin sentido y hablar de Madrid aunque no sepa ser amable con el mar. Está la foto que nunca hicimos, sonriendo. Están las manos preparadas y el lacrimoso día soleado con sus muertos. Yo he intentado nacer alguna vez. En esta historia se sabe, al final, que vos sabías que yo quería nacer. Es posible que después de tanto mi novela sea famosa y vos seas el personaje que viaja a través. Y yo quede esperando, incluso, la forma triste de un reloj que no sabe romperse. Voy a escribir una escalera, y voy a tirarme por la escalera para que me rescates (la escalera desemboca en el mar y vos llenás el sueño de barquitos vestido de príncipe entonces yo caigo liviana y el viento se me instala en el pelo para despeinarme y cuando llegue el momento del beso sepas cómo encender tu mano en mi cuerpo). Estoy pensando qué nombre darte en mi novela. Todos los nombres azules son sólo uno. Y todos los lugares son Madrid, porque te amo en Madrid, ahora que bebí el mar y andamos más cerca, y mi corazón es un rincón donde te sentás a leer, y decís que te enamorás de la escritora y vas a anidarle los escombros para que no esté tan sola. En mi novela no hay la palabra nunca. 


de Te Amo en Madrid

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