Cada vez resulta más constatable la imposibilidad de hacer política. La urgencia en la toma de decisiones motivada por la crisis económica elimina una de las condiciones necesarias del ejercicio de la política, esto es, la perspectiva del medio y largo plazo y cierto decalage respecto a los acontecimientos de todo tipo que abastecen lo cotidiano. Hubo un momento en el que la disposición de las estrellas servía para tomar decisiones. Cierto que algunas actuaciones (la respuesta a una agresión externa, el remedio a una plaga) requerían la respuesta urgente de un oráculo o un arúspice pero todo ello admitía como trasfondo una conciencia temporal que aspiraba a lo perdurable. En nuestros días son los vaivenes de la bolsa y de la conocida prima de riesgo los que determinan la actuación política. La diferencia de escala temporal entre los movimientos bursátiles (que transcurren en décimas de segundo) y los ciclos sociales (que se miden en años y legislaturas) produce el indeseable resultado del cortocircuito de la política. Es como si toda una cultura pretendiera gobernarse según el azar del movimiento browniano, algo que genera un estrés difícilmente sobrellevable por parte de sus confundidos ciudadanos. Algunos net.artistas como Lise Autogena y Joshua Portway han conseguido plasmar a mi parecer de un modo bastante efectivo lo dicho anteriormente. Ambos son los creadores de Black/Shoals Market Planetarium, una representación en tiempo real de la evolución de 10000 empresas de valores. Cada corporación es representada en el planetario por una estrella cuyo brillo dependerá de su cotización en ese momento, mientras que las constelaciones se dibujan atendiendo a la afinidad comercial de dichas empresas. Dicha obra se expuso por primera vez en la galería de la Tate Modern de Londres en 2001 y fue nominada al Premio Turner Alternativo en 2002. Su título pretende rendir un irónico homenaje a la conocida fórmula de Black-Scholes que permite cuantificar el valor de una acción de bolsa y por el que sus creadores (pertenecientes a la famosa escuela de Chicago) fueron recompensados con el premio Nobel de economía en 1997. Sin embargo, la fórmula Black-Scholes también dio lugar a uno de los desastres más sonados en la historia de los mercados de valores. En 1998, el fondo de inversión gestionado por Scholes y Merton de Capital a Largo Plazo se declaró en quiebra con pérdidas de casi tres mil millones de dólares que amenazaron la estabilidad financiera en todo el mundo. Paradójicamente, estas pérdidas se atribuyeron a las limitaciones de los modelos utilizados por los académicos. La similitud fonética de Black Shoals y Black-Scholes subraya el hermetismo y la falta de transparencia de las nuevas finanzas cuantitativas. Mediante la transposición de Sholes por Shoals (banco de arena, aguas poco profundas), el título hace referencia al peligro que las costas rocosas constituyen para los barcos. La oscuridad, las tormentas y los naufragios son las imágenes que vienen a la mente, y apuntan claramente al fondo de inversión de Capital a Largo Plazo.