I
(Asleep)
En realidad, Javier,
uno tiene miedo toda la vida;
gargajos de unas gárgolas elípticas
-hemos nacido tantos-
y todos con el mismo verso antiguo
hendiendo las espigas del terrazgo
o -los menos paupérrimos-
fracturando el cristal del muladar.
Y es ese primer verso de amatista
la fragua que nos forja
para siempre:
las últimas palabras verdaderas
que habremos de llorar durante el tránsito,
durante este entremés sin gracia alguna
donde los comediantes estornudan
estoicos y soberbios
sus inasibles diálogos de niebla.
¿Cómo no tener miedo si al nacer
buscan desde un principio nuestro llanto?
Se recibe el primer golpe y se llora
con cuarzo en la garganta;
con la cara purpúrea
surcada por mil ríos de mercurio
transparentes y cárdenos; se llora,
se fractura el silencio
y se nace,
se enciende la hipotermia
y se nace,
nos volvemos mortales, para siempre.
B. C.
de Los hijos de los hijos de la ira (Hiperión, 2006).