Aparezco poco por aquí, lo sé. Tengo mis motivos. La estupefacción y la rabia requieren un proceso largo. Mi neocórtex es rápido, pero digiere mal los estímulos procedentes del bulbo raquídeo, y eso dificulta las cosas. Hay una descompensación entre mi disco de arranque reptiliano y mi CPU. Me cuelgo a menudo y debo reiniciarme, y entretanto este blog sin actualizar. La naturaleza no existe, todo es tecnología y para curarme en salud compro revistas de informática y revisito el BASIC.
GOTO Alimento para moscas, de Jon Obeso (Lengua de Trapo)
Este es un libro grande, de esos que, los tires como los tires, siempre caen de pie, como los gatos y los satélites artificiales. Este libro lleva incorporado el giroscopio de la gran literatura y por eso es inmune a las modas. Como un Mister Olympia: lo mires por donde lo mires, encuentras músculo. Sé que hay gente a la que tanto músculo le da un poco de asco. Allá ellos. Este libro es lo que se llama un libro ‘inatacable’. Puede gustar o no, como puede gustar o no Miguel Espinosa o Julien Gracq o Thomas Bernhard, pero mientras los gustos pasan sus libros aguantarán firmes devolviendo al tiempo una sonrisa de Gioconda, que está tan de moda. Alimento para moscas no va de la crisis o, más bien, no va de esta crisis económica sino de esa crisis insuperable que afecta al que mira con lucidez y sin contemplaciones la estupidez y la miseria humana. Este libro va, en definitiva, de lo que van los grandes libros, de hacer literatura. Léanlo, háganme caso. Ya me agradecerán el consejo.