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EL MANANTIAL

Los muertos no son los únicos que resucitan.

También los libros.

Y algunos, cuando todavía no han muerto…

En los tiempos que corren, con millones de títulos camino de una falsa inmortalidad en el ciberespacio, ya sea como eBook o simple PDF, la mayoría vagando como almas en pena en busca de una oportunidad para manifestarse en el (muerto) mundo de los vivos, es un milagro que una novela editada hace 3 años se multiplique en edición de bolsillo, dando a los lectores la oportunidad de descubrirla, con un precio más económico, y sin renunciar a su materialidad. Porque esto de leer es como el sexo: ¿quién querría echarle un polvo a un ectoplasma cuando puede disfrutar de un amante de «carne y hueso»? El peso, el olor, el tacto… y cada palabra escrita asociada a un objeto real, con un poder de seducción del que carece cualquier libro electrónico.

La lectura de El Manantial, de Alejandro Castroguer (edición de bolsillo en Dolmen Express) no te va a ser fácil. En el horror que esconden sus páginas está su mayor defecto (que te plantees su disfrute por etapas) y su mayor virtud (hasta alcanzar, invariablemente, la meta). Da igual donde lo dejes tras cada forzada pausa y multiplicado pestañeo o encogimiento de huevos. Te obligará a volver a él para, como sus protagonistas, ir un poco más allá…

Como suele ocurrir cuando la cosa va de recibir «bofetadas», cuanto menos sepáis, mejor. Porque si os digo que la trama está ambientada en un mundo post apocalíptico  dominado por hordas de muertos vivientes de las que una serie de personajes trata de mantenerse a salvo refugiándose en un instituto abandonado… sacaríais una conclusión errónea. Porque el desarrollo de El Manantial está más cerca de La huella que de Walking Dead o cualquier sucedáneo que nos tienen ya más aburridos que a unos pensionistas echar migas de pan a las palomas. Eso sí, con unas dosis de violencia que superarán vuestras expectativas. Sadismo. Crueldad… Y suciedad. De acción y pensamiento. En El Manantial, cuando se tortura se sufre. Pero también cuando se ama y se odia. Se besa… y se folla. Aquí no se micciona, se mea. Y no se defeca. Se caga. Porque si a nadie le huele el culo a rosas, tampoco le faltan pensamientos que le lleven a plantearse su propia moral (o la que alguien inventó y le han hecho creer que es suya). ¿Inhibir nuestros impulsos más oscuros es responsabilidad nuestra… o del sistema? ¿Y si ya no hay sistema?

Si La huella de Mankiewic se cruzara con Eli Roth y uno de sus Hostel… brotaría El Manantial, con todas las papeletas, si alguien le echara un par, de convertirse en un montaje teatral con dos cojones y tres actos perfectamente definidos en el que un inteligente juego de luces sacaría oro de los más escabrosos pasajes de la novela, las evangelizaciones, y una milimétrica puesta en escena de la llamadas telefónicas y las noches de euforia. Estoy más que convencido de que su autor, Alejandro Castroguer, sería capaz de eso y mucho más… aunque ahora su camino se haya alejado del género gracias al premio Jaén con una novela sobre Glenn Gould que, y no creo equivocarme, somos muchos los que tenemos ganas de leer.

Solo dos cosas tengo que «reprocharle» a Alejandro a propósito de El Manantial: la introducción donde, y no puedo entender por qué, «justifica» los hechos que se van a narrar por temor a herir sensibilidades, cuando ya en la portada figura un esclarecedor Mayores de 18 años. Contiene escenas de violencia extrema y sexo explícito, y el «cambio» en la relación que une a dos de sus personajes, supongo que consecuencia (o viceversa) del verdadero motivo de esa introducción: que quede claro que los personajes de su novela, aunque nacidos de su mente, no necesariamente lo han hecho también de sus actos.

Algo tan obvio no necesita explicación. Y es cuando uno tiene que justificar al «sistema» que ha escrito lo «que» le sale de los cojones, y de hecho son muchos los que no solo reconocen el valor de Alejandro sino también de Dolmen al publicar El Manantial, que el «qué» pierde valor…

Y lo más importante…

La capacidad de sorprender.

El IMPACTO.

 

 

 
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2 de respuestas

  1. pizpi

    Ajajajaja .. Como echaba de menos los comentarios tan naturales q sueltas por los deditos «menda lerenda» eres el mejor !! Saludos !!!

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