Con Shin’ichi Abe en Jot Down Cómics #5

Con lavado de cara y alguna novedad que lo hace aún más atractivo, hace unos meses Jot Down publicó, por quinto año seguido, su anuario con los mejores cómics del curso a partir de la selección de esenciales de ACDCómic. En el encontramos a algunas de las voces más autorizadas del país en la crítica de cómics.  

Y, por quinto año también, hemos tenido la suerte de que su editor, Iván Galiano, se acordara de nosotros. Elegimos Los sentimientos de Miyoko en Asagaya, de Shin'ichi Abe, para nuestra colaboración; un cómic peculiar y heterodoxo, incluso dentro del panorama del manga. Ya hemos hablado en nuestro blog de un compañero de generación de Abe, como fue Oji Suzuki, y volveremos en el futuro a referirnos a otros dibujantes de watakushi manga (‘manga del yo’) que colaboraron junto a ambos en Garo y otras revistas de vanguardia. En nuestro artículo para Jot Down hablamos un poco de todo ello y diseccionamos algunas de las peculiaridades de Los sentimientos de Miyoko en Asagaya, una colección de relatos autobiográficos tormentosa y sorprendente en el apartado estilístico. 

Aquí tienen el sumario de Jot Down Cómics #5 y los primeros párrafos de nuestra colaboración:


Entre la apatía y la autodestrucción

Por Rubén Varillas 

Los relatos breves que componen Los sentimientos de Miyoko en Asagaya conforman un extraño collage autobiográfico. Lo cierto es que Abe, es ya en sí mismo un autor extraño, diferente. Junto a Oji Suzuki, Seiichi Hayashi y Kuniko Tsurita pertenece a ese grupo escogido de mangakas que se encuadraron bajo el influyente magisterio de Yoshiharu Tsuge y su watakushi manga (‘cómics del yo’). Como hicieron Yoshiharu Tsuge y su hermano Tadao en su día, y como también hace Abe en las historias cortas de este volumen, casi todos ellos recurrieron a episodios de sus propias biografías para proyectar una mirada extrañada de la realidad. Y también como ellos, Abe, Suzuki, Hayashi y Kurita desarrollaron buena parte de su producción en publicaciones alternativas como la emblemática revista Garo, con unos mangas que discurrían entre la experimentación narrativa y cierto simbolismo poético. 

Los sentimientos de Miyoko en Asagaya está presidido por un tono decadente y sombrío, por una suerte de pesimismo existencial que empuja a los protagonistas de sus historias a dejarse ir cuesta abajo y malvivir precarias vidas bohemias. Son los hijos de la postguerra, una generación castigada por la desesperanza y los estigmas de una derrota traumática. Las imágenes poéticas de paisajes nocturnos conviven con un diseño de personajes deliberadamente descuidado; un estilo caricaturesco que deforma cuerpos y rostros con la intención de transmitir las emociones particulares de cada instante y situación. El dibujo antirrealista de Abe y su renuncia a una narración convencional en términos de fluidez narrativa consiguen dotar a sus relatos de un lirismo intimista que termina por atrapar al lector dentro de su red de significados e insinuaciones. 



 

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