4 POEMAS de RAMÓN GUERRERO




ANIMAL EN MOVIMIENTO

Mañana
volverá
la boca que me acuna.
Mañana
volverá el mundo que no canta.
Buscaré amparo en el cielo que envenena.
Clavarás tus razones
tus compases
tu desdén,
y el pequeño oasis no servirá de nada.
Porque el calor se enfría
y los frutos entre esos blancos
se congelan se olvidan,
sublimando el tiempo evaporado.


TU PRESENCIA 

Como animal despavorido 
crezco en los contrapesos vitales. 
La quietud 
el entusiasmo 
lo oscuro que me rodea. 
Regiones donde no quiero estar.
 Volver de la noche con los ojos cerrados
 abrir la conserva del crudo invierno. 
Desde el fondo de la pulpa 
arranco todo lo que es incierto, 
la umbría que alcanzó campo abierto. 
Comienzo la guerra contra lo desaparecido. 
Cada mañana abro la urna de lo inquietante: 
la vida frente al arte de vivir.


SIN EQUIPAJE 

No encuentro hospedaje para estos pensamientos. 
Tiemblo cuando los escucho. 
Una y otra vez 
vuelven 
se van 
y sigo amando su extensión, 
su recuerdo 
que camina en silencio a mi lado 
intentando congelar 
el agua que corre entre estas rocas. 
A veces la vida enferma 
y el lobo aprovecha 
para hincar sus dientes. 
Entonces solo entonces, los oigo
 respirar tan cerca que abandono 
todo aquello que amo 
y busco lo que nunca encuentro.


CUANDO SUEÑO, CUANDO MUERO 

Como un tigre en cualquier mañana de invierno 
resisto a la lluvia, amanso mis músculos 
hasta llegar a los agujeros de la noche. 
Observo y espero el momento justo para encontrar 
la melancolía que pueblan tus ojos 
la sabiduría que me susurra el lugar 
donde nos despediremos, como soldados caídos en batalla. 
Al frente, el horizonte ardiendo a favor del viento 
refleja una estrategia que promete la victoria de quien sabe quien, 
allí donde se unen los significados ante la humildad del perdedor. 
El hambre enciende el deseo, la pasión de amante libertino. 
Moriremos y volveremos a nacer juntos. Latiendo la aventura. 
Naves, corazones rotos 
¿qué esperabas? 
de este laberinto que es la vida de la sabana 
una migaja en el ritmo de este mundo salvaje 
donde los reyes se asientan sobre nuestras tumbas 
y las piedras tatúan nuestros manos. 
Voy a rescatarte aunque esto se pone duro 
y no sé si podré llevarte a bailar al viejo café 
junto a la chimenea, el humo de la memoria 
intentando dispersar a los buitres del presente 
que devoran el interior, incrédulos de lo que encuentran, 
del significado de tantos sueños atesorados.


Ramón Guerrero,
de La Isla Amada (inédito)


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