UN POEMA de JUAN CUEVAS



A veces eres otra
la que se aleja
para sentirse otra.
Pero eres tantas
que se me enredan lirios y juncos
en los tobillos
allí donde fuiste.
Y eres la muchacha de la gorra color gorrión,
la oculta bajo el dorso de los libros,
la encantadora de perros
que duermen dentro de tus ojos,
la niña
perfume de rabia y avispa,
la que esconde una habitación desamueblada
en cada línea de su mano,
la de la risa que sabe a cerveza
y espigas prendidas en el mediodía de tu pelo,
la adolescente bailando canciones
que huyen de los puertos a las buhardillas,
la fotógrafa de las edades del viento,
la que da de comer a los cisnes en la noche,
la que escribe el disparo
y de par en par abre después su pecho
para recibirlo,
la anciana amamantando
la sombra de un niño muerto
con sus senos esparadrapos,
la prisionera,
la que entierra el mar bajo la arena,
la sepulturera del hombre que no sueña,
la oscurecida en la piel amanecida,
la superviviente,
la que sobrevive en la ceniza de los olivos,
la mujer de siete leguas,
la inmortal al borde
de tejados crepusculares,
la prójima,
la compañera ofreciendo un corazón
que ocupa el lugar exacto
donde arranqué el mío.

A veces eres una
la que se acerca
para sentirse una.
Y eres entonces, otra.


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