LOS NERVIOS

La cocina estaba incorporada en el salón, así que a mi espalda oí como abría el grifo y se preparaba un café. Miré mi vaso vacío sobre la mesa con dos hielos aburridos en él. Lo rellené con un segundo whisky; no muy largo, pero tampoco corto.
En el salón había un par de butacas y alguna silla, pero al volver prefirió sentarse en el sillón en el que yo estaba. Nos encontramos de repente los dos mirando al fuego en silencio, ella con su café y yo con mi whisky. En un par de ocasiones hice girar los hielos con la punta del dedo y luego me lo chupé. Jamás había hecho eso. Jamás. Serían los nervios.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

*