Hospital psiquiátrico

Ayer lloré y llamé a mamá. Las enfermeras dicen que no vendrá por 7 días mientras yo hacía el ruido de los enfermos.
Hoy es el día 2. Desperté creyendo que estaría mamá.
Pero mamá seguro me dio por muerta. No llora. Noelia murió después de haber sido desgarradamente feliz. Mamá, que es la luz, sabe que quien muere también renace. Noelia, la que hace ruidos de enferma, no sabe bien qué es todo este jardín donde no la dejan suicidarse. Deseos de cortar. Rajar la carne hasta que llore un grito perfecto a borbotones rojos. La enfermera me prestó una lapicera negra como el corazón. Me estoy pudriendo en busca del silencio, aunque hoy no hay la voz diciendo alucinaciones.

Sueño de estar sola. Deseos de hacer cortes fuertes, persistentes, el lloro entrecortado, la bronca. Los muertos aquí dentro son amables.

Mamá: yo también he muerto. Mamá no llora porque voy a recuperarme de la muerte. Pero no sabe que la muerte me absorbe. Quiero fresias. Soy el deseo de la vida escribiendo. No hay fe en el lugar de la fe. Las piernas en durmiente, caídas, las manos amarillas.

Un viejo habla, un depresivo habla, un suicida habla. Todos estamos muertos.
¿Por qué ese deseo tan fuerte de cortar? Porque quiero verme resurgir un poco de vida por la piel.

*

Quiero decir: No estoy loca. Escribo pero no estoy loca. Acá los muertos me llaman "la escritora".

Como una fuente de agua soy el desagüe; la no forma de la vida. Me deshago en espejos de cristal por la alcantarilla.

No llores, mamá. No se debe llorar a una muerta en vida. ¿Qué vida? Ah, la cosa revoloteando como pájaro dentro de la cabeza.


*

Madre, doy a pena mis muertos. Los aborto para amamantarlos: los hago crecer con furia entre los dientes, los arrastro por mi vida como si fuera un bosque donde los árboles sólo aprendieron a mecerse. Mis muertos, que saben llorarse en pequeños dolorcitos aquí y allá, son esta mano escribiendo que pide ayuda, madre, escuchame, estoy internada en un mundo pequeño y horrible, donde las flores parecen carnívoras; con los muertos arrastrados por una soga desde la cabeza. Con honestidad lo digo: necesito ayuda, volver a casa, el abrazo del palo borracho por las tardes, la noche con su lamido de sedación.
Doy a pena mi vida, esa luz con que me miro al espejo, madre: los dolorcitos sobre los ojos como una canción hermosa. Hola dolorcitos... Hola madre, soy tu hija pidiendo ayuda de tus manos.


*
Día 3

Me desperté sin madre. Calvario como el dolor de los muertos, desde el fondo para saberme fondo. ¿Qué hay sino el adentro como un bosque talado? Algo que grita queriendo adentrarse aún más: los restos de la huérfana.
Habitación 1: tesoro de mis huesos.
Madre, no demores en buscarme, ya envié a todos mis mensajeros de la muerte para que resurjamos vivas. El otoño pide otro final, el mismo que no llega y empiezo de nuevo la plegaria para estar a salvo en las noches demasiado oscuras. No hay peor luz que la del sufrimiento. No hay peor oscuridad que uno mismo.


Día 4

Un recuerdo

La belleza
ese relámpago con voz de sombra
el instante donde se muere o se busca
lo anunciado:
            el mar; la desnudez de la memoria


*

Y anochece, una lágrima es la gota de sangre interrumpida. La intemperie: ese destierro de nadie, se queda.
En lo hondo casi imperceptible: la voz de mi madre.

Día 5

Madre, me he bañado, hice que el dolor conozca la alcantarilla. Siento a la vez del cuerpo limpio, que un misterio nos separa: no sabemos cuál es el futuro de mis palabras.
Estoy en la habitación 3, afuera están los muertos que, como yo, nada saben del silencio. Lo aprendido es no saber.
Esto es un bosque. Las flores son bellísimas pero quiero partirme, estar en parto y darme a luz como la lluvia que traza y arrastra el estar yendo hacia vos. Estoy en espera, puse la mesa y el gemido de la risa, de una fiesta. La calma será verte llegar; las manos siempre desnudas para el abrazo, sin un antes y un después sino caer sobre el mundo ahora, en medio de toda pureza donde los oscuro ondea los árboles, como saludándote.


Ya no cuento días

No volver a sangrar. Hay sol, ya todo es blanco como un puñado de soledades que no dan tregua.
Madre no vino todavía.
Afuera los árboles caen en la trampa del viento.
Pienso en Gabriel. Él es la hermosura. Lloro de hermosura. La memoria, aquí dentro, viene con la muerte.

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