dreams


A veces soñaba que pasaba horas encerrada en su buhardilla, rodeada de libros y más libros y más libros, leyendo, subrayando en las páginas algunas frases que la conmovían -para luego anotarlas en su cuaderno verde esmeralda- imaginando estar en uno de esos jardines plagados de aves o, tomando fotografías de los techos de las casas que sobresalían del paredón; otras, que la noche era menos peligrosa y más excitante al volver a casa -un muchacho de cabellos castaños y barba incipiente la esperaba con la mesa servida- mientras aguardaba en la parada nunca menos de veinte minutos. Una realidad que no existía en la realidad misma y que sin embargo, era más alucinante que viajar al cosmos; o la poesía que encerraba un barquito de papel naufragando en un charco de lluvia más que un ramo de rosas rojas -que detestaba- envuelto en celofán el día de los enamorados.
Soñaba. Seres mágicos, vivencias extraordinarias, lugares brillantes:
todos de arena que, se desvanecían con sólo parpadear y respirar el aire viciado de los mortales. Ella no tenía ni buhardilla, ni cuaderno verde esmeralda, ni jardín, ni paredón, ni muchacho de barba. Ella sólo tenía los libros y más libros y más libros y junto a éstos, sus sueños.


+

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

*