Tenía 15 años y me disponía a recibir las notas del último examen de Lengua. La Carmen lucía una media sonrisa irónica, la sonrisa del que sabe que se va a divertir en los momentos antes de que la diversión comience. La Carmen era de esas profesoras que deciden bajar al fango con sus alumnos y sacar las armas ahí, entre la mierda. A una salida de tono tuya no te enviaba al director o al jefe de estudios, te lanzaba un – Chaval, tú eres tonto o qué te pasa- y seguía como si nada.
Uno con el tiempo acaba estudiando Hispánicas y haciendo de la escritura un oficio pero a los 15 años les aseguro que la Lengua era mi potro de tortura privado. Así que allí estaba esperando la nota, iban cantando los nombres y los números hasta que por fin llegó mi turno, me miró, y dijo – Un cinco.
¡Un cinco! ¡Un cinco!- Grité de alegría, mientras, oía como La Carmen volvía a alzar la voz -menos un punto por faltas de ortografía, un cuatro, suspenso- ¿Cómo?, no me lo podía creer, para una vez que aprobaba en mi miserable vida de adolescente, para una vez que los planetas se alineaban y yo era capaz de llevarme una alegría pura, una alegría blanca, tenía que arruinármela por una mísera falta de ortografía, ¿realmente esa falta arruinaba todo lo demás? ¿Tenía derecho esa nimiedad a acabar con mis sueños? Eso farfullaba cuando vi que a La Carmen se le ampliaba la sonrisa dejando ver sus dientes y que sin mediar ninguna explicación gritaba – Ojos con h. (hojos, se lo pongo así para que le puedan sangrar los (h)ojos a usted también).
Lo que viene después es evidentemente humillante, con h, esta sí. Un San Benito más grande que el Cristo de Corcovado me fue colgado al cuello para siempre. Todavía los pocos amigos que me quedan de aquella época siguen cachondeándose. Y todo esto viene a cuenta de que si yo hubiese tenido Tus faltas de ortografía hacen llorar al niño dios, el manual ortopornográfico de mi hermanísima Sabina Urraca, todo esto no habría pasado y yo me habría ahorrado una adolescencia muy desagradable (como todas las adolescencias, por otro lado).
Sabina Urraca ha emprendido la cruzada contra esos errores ortográficos que nos atacan a diario, con los que el vulgo tiene más problemas, acto que la coloca a la altura de personalidades como el Padre Feijoo. Sabina Urraca es la que fustiga a los académicos por sus prácticas permisivas (ese sólo sin acento), es la que lleva una regla remetida en los pitillos por si tiene que darte unas cachetadas por un haiga, por un vistes. Sabina Urraca es la hija secreta de Emilio Alarcos y Linda Lovelace, en antros secretos y catacumbas es adorada por correctores ortotipográficos, ha sido declarada persona non grata en Ávila y en Segovia, es la FEMEN de la Lengua.
Les dejo aquí, en exclusiva, una muestra de una sección que hicimos juntos para la revista El Erizo Abierto en sus veinte años. Decidimos hacer un pequeño homenaje a Lázaro Carreter con nuestro El nardo en la palabra (con citas del maestro , por supuesto, extraídas de su dardo).
Escritura electrónica
Por medio de la red entran a veces en contacto amistoso y, hasta íntimo, dos personas que ignoran sus sexos respectivos. La mujer confesará que lo es tecleando :>, y el varón declarará así su varonía :-. Resulta sucinto pero sugiere en exceso.
Todo para decirles que Tus faltas de ortografía hacen llorar al niño dios sale ya, ya de ya, y que se presenta el día 16 de enero en La Fábrica a las 20h (el evento aquí) y que, por si fuera poco, habrá también un SOPAPO SHOW “muy marrano” según los organizadores y que yo no me lo perdería por nada del mundo a no ser que vivieseis como yo en el Norte y os diese tanta, tantísima rabia que tuvieseis que pasar el sábado noche escribiendo este post, contando lo de ojos con h.
Breve nota: si hay faltas de ortografía en el post por favor discretamente señálenmelas vía mail, fb, tw, o lo que sea, que mi hermana mayor si las ve me pega.
¡Castellanos!, lo siento.
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