Un hotel en la Costa Brava

Es curiosa la capacidad que los seres humanos tenemos para complicarnos la vida. Mira por donde, Nancy Johnstone decide abandonar la apacible Inglaterra y construir un hotel en Tossa de Mar, un pueblo de la Costa Brava muy poco conocido por el turismo de aquellos años (1934).

La narración es en primera persona, a modo de diario, y tiene la particularidad no sólo de leer descripciones de una Costa Brava ya desaparecida, si no de poder acceder a descripciones de conductas y momentos históricos en ojos de una extranjera, unas veces inocente, otras no tanto, pero con la sensación de imparcialidad al fin y al cabo.

Terminamos de comer y subimos a ver la casa. Nos dejó asombrados lo muy avanzada que estaba. La recorrimos de arriba a abajo, subiendo y bajando por los andamios. Como no teníamos ni la más remota idea sobre construcción, nos parecía que estaba casi terminada. No conocíamos la vieja costumbre catalana de construir un edificio y derribarlo casi por completo para instalar cosillas tan importantes como las cañerías.

Nancy ha descubierto el concepto de “parche” que no es, ni mucho menos, patrimonio de los catalanes. Yo creo que es patrimonio de la humanidad aunque reconozco que en esto de comenzar las cosas sin tener en cuenta todo lo importante e ir improvisando, somos los amos.

El maestro estaba enamoradísimo de Mattie Prichard, la bella y rubia esposa de Caradog Prichard, el poeta galés. Aquel amor hacía mucha gracia a Caradog, que solía contemplar, sentado en trance poético, cómo se enredaba el pelo negro del maestro con el pelo rubio de su mujer.

El tiempo pasa despacio. Las tardes son largas. La mayoría de sus clientes son extranjeros y muchos de ellos rezuman inocencia en el amor, en los anhelos, en sus actos. Nancy describe a los que ve, extranjeros o no, llenos de ideales. Es curioso pero no hay personaje alguno vacío. Me gustaría pasar un rato en la terraza del Hotel Johnstone contemplando los cabellos entremezclados de ambos. Sin embargo, el hotel como tal ha desaparecido, aunque no el edificio. El hotel Don Juan de Tossa de Mar lo fagocitó y ahora es un mero anexo. No tengo claro si es visitable siempre. Pernoctar en el hotel Don Juan de Tossa de Mar no parece caro.

Barcelona bullía con las extrañas siglas de los diferentes partidos. PSU era el Partido Socialista Unificado, pero en Cataluña se llamaba PSUC, Partido Socialista Unificado de Cataluña. Agrupaba a un montón de partidos de izquierdas, principalmente a los comunistas, aunque los anarquistas tenían su propia organización, la FAI-CNT, y los partidarios de la revolución por la revolución militaban en el POUM, Partido Obrero Unificado Marxista.

La guerra civil ha comenzado y el hotel se queda sin clientes. Apenas algún valiente que no teme o no quiere marchar. Nancy intenta poner orden mental a la izquierda pero están divididos en múltiples organizaciones y verá pronto que algunos de ellos se enfrentarán entre sí (a tiro limpio en ocasiones). Ventaja adicional para los llamados rebeldes que, sin prisa pero sin pausa, avanzan desde el sur.

Conocer a los padres de los niños era una experiencia interesante. Uno casi siempre adivinaba la clase de personas que eran. El padre de Miguel era un hombrecillo nervioso casado con una mujer guapa y malcriada. La mujer abrazaba muy fuerte a Pepita y la llenaba de besos. Pepita no parecía muy entusiasmada. Su madre lloraba, pero ella no se inmutaba. Cuando veíamos que luego se alejaba corriendo a jugar con los demás niños y se olvidaba de sus padres el resto de la visita, nosotros sentíamos cierta vergüenza.

Nancy ha transformado el hotel en una residencia para niños, o colonia humanitaria como así lo menciona la contraportada. Todo para ella es nuevo y con la guerra como fondo, se hace siempre muy complicado. Es muy interesante contrastar la diferente reacción ante mismos acontecimientos cotidianos entre los ciudadanos locales y su mente pragmática, de Bath en definitiva.

Es un libro de personajes cotidianos (tanto locales como extranjeros) ubicados por azar en la zona republicana al estallar la guerra civil. Altamente recomendable para los amantes de los relatos muy cercanos. Tanto, que en ocasiones parece que estemos allí y nos frustramos por no poder opinar o influenciar de alguna manera en las diferentes situaciones (dramáticas y las que no lo son tanto)

Nancy Johnstone siguió sus labores humanitarias después de la guerra y su rastro se pierde en 1952. Nada más se sabe de ella.

UN HOTEL EN LA COSTA BRAVA
Nancy Johnstone
colección andanzas
Tusquets Editores


Archivado en: Libros, Literatura, Politica

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