no cualquier palabra


Ya sabrás, amor, discernir entre un poeta y un hombre.

Llegaron los poetas, amor, como hacen los gatos.
No hicieron ruido alguno cuando pisaron nuestro tejado.
No es culpa tuya que no oyeras llegar a los poetas,
pues no hicieron ruido alguno cuando pisaron nuestro tejado.

Trajeron las palabras escogidas, no cualquiera que rueda imperfecta por las veredas mortales de una boca, no cualquiera que leer en la esquela de un hombre justo, bajo el anillo que pasó importante por varios dedos y que hoy se vende en la casa de empeños, en una orden de desahucio más dolorosa y puerca aún que un texto de Cioran o Palahniuk o Rimbaud o Pizarnik o Panero o Bukowski o Cioran o Palahniuk o Rimbaud o Pizarnik o Panero o Bukowski o Cioran, esas noticias diarias que seguro suceden fuera de los diarios, los poetas trajeron las palabras escogidas, palabras que fueron o son hermosos cormoranes que van sobre las olas hermosos y sin ruido alguno como los gatos, aves hermosas que serán visibles cuando los soles y nada cuando llegue el primer frío de la noche que vendrá.

Daño, sexo, suicidio, esperma, yonki, abismo, puta, muerte, polla y crepuscular. Esas palabras.

No es culpa tuya, amor, que no oyeras llegar a los poetas,
trajeron las silenciosas palabras escogidas mientras daban
pasos de silencio en nuestros tejados.
Los poetan se irán, mujer buena que me miras ruidosamente
con tus dos ojos francos y reales,
mas no habrá huellas en nuestros tejados.

Pero este hombre, este hombre bueno que te mira
con sus dos ojos francos y reales,
no se irá cuando se vayan los poetas como hacen los gatos sin ruido y sin dejar rastro.
Este hombre pesa más que una promesa o un gemido.
Este hombre pesa más que su peso en oro.
Este hombre pesa como el daño tuyo que se arranca.

Tú ya has puesto, amor, el oído sobre mi pecho y has oído el músculo que dice pan, que dice suelo ruidosamente sobre nuestro techo ya tan preñado de huellas. Tú ya has alzado la sábana que nos esconde de las sábanas y has sentido en el rostro ese aire visible sobre el que vuelan bandadas de gorriones que sí estarán cuando los fríos de cada una de las noches que vendrán y también con el primer calor de la mañana. Ese aire caliente que huele a pan, a suelo, ruidosamente huele ya a ruidosos críos que llegarán ruidosos pintando los tejados nuestros de ruidoso cielo abierto.

Llegaron los poetas, amor, como hacen los gatos.
Sabe que no hicieron ruido alguno cuando pisaron nuestro tejado.

Pero tú no temas, vida mía, espanté a todos con mi escoba que dice pan, que dice suelo
y ahora estamos en la casa tú y yo solos, y hace calor e instantes sencillos y tú eres tan linda y te amo.

Mis palabras también son escogidas, y vuelan hermosas como hermosas aves que sobre las olas son visibles cuando los soles e invisibles cuando el primer frío de la noche. Mas lo que digo, amor, lo que digo podrás verlo siempre. No cualquier palabra es capaz de hacer el ruido suficiente que te nombre mientras hace calor e instantes sencillos y tú eres tan linda y te amo.


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