La bella bestia, Alberto Vázquez Figueroa, Editorial Martínez Roca, 224 páginas, 18,95 Euros.



Por Juan Laborda Barceló.

¿Quién no ha tenido en su vida una época Vázquez Figueroa? Fue la pregunta al aire que un grupo de talluditos profesores de Bachillerato nos hicimos hace poco. Acabamos reflexionando sobre el hecho de que para varias generaciones de lectores (incluyendo padres y familiares de los interlocutores) el escritor canario es, sin duda alguna, una referencia en la literatura nacional.

Bien es cierto que podríamos tildarlo, como algunos críticos hacen, de autor popular (como si este concepto fuese peyorativo en sí mismo), de prosa simple e historias sencillas. Precisamente, en esos mismos valores reside su éxito perenne. La fórmula del triunfo comercial es elemental a priori: una buena historia, actual o de un período histórico con tirón, un marco admirable, bien sea el desierto, el África profunda, la isla de Fuerteventura o El Hierro…y por último, el personaje en conflicto, consigo mismo o  con el mundo, cumpliendo siempre con una necesidad vital de transformación. Si esto fuera tan fácil, cualquiera escribiría best sellers. Hace falta el toque humano, el encanto de Vázquez Figueroa, el ingrediente secreto de la Coca-Cola, que consigue encandilar a miles de lectores generación tras generación. Él mismo lo dijo en unas declaraciones sobre sus creaciones: “Literatura de evasión, la más consumida en las prisiones”, dando muestra evidente de su saber estar, reflejando poéticamente una realidad, pues es el segundo autor tras Pérez Reverte más leído en las cárceles patrias, y ubicándose sin complejos.

Así, por citar algunos elementos notorios de su ingente obra, nos hemos emocionado con la huída de León Bocanegra del desierto de sal, con las aventuras, polinesias y adolescentes, mezcladas con el afán explorador de los protagonistas de Bora Bora, con la dramática búsqueda de los orígenes personales en Tierra Virgen, con la desubicación de la heroína de Marea Negra o los padecimientos de la familia Sayah, mítica saga de los Tuareg, que recorre dos novelas…Se completa, de este modo, una larga lista, que permite múltiples planos de lectura, análisis y comprensión, hasta culminar con su obra más reciente, la última parada narrativa del autor: La bella bestia, donde juega, una vez más, con la realidad y la ficción, inspirado en la terrible figura real de Irma Grese (celadora-supervisora en los campos de exterminio de Auschwitz, Bergen-Belsen y Ravensbrück).

La elección del tema demuestra que Vázquez Figueroa es perro viejo en esto de atraer lectores. La II Guerra Mundial, y muy en especial el holocausto, gozan de una excelente acogida entre el público, quizá por lo macabro del asunto. Tales acontecimientossuelensuscitar un gran interés en la sociedad, muy posiblemente por el malsano morbo que despierta el sufrimiento ajeno. El nazismo, tanto en el cine como en la literatura, puede considerarse casi un género, puesto que ha sido muy retratado y sigue gustando.

La estructura general de la novela se sustenta en la narración de una anciana cordobesa de los padecimientos sufridos a manos de Irma, “la bella bestia”, enmarcados dentro de la situación familiar e internacional. Se destila con destreza la brutal locura del monstruo, metáfora del totalitarismo en su conjunto, que a base de flasbacks se reconstruye con un verismo salvaje. No ahorra el autor en crueldades físicas y mentales. El juego psicológico de la dominación y la sumisión, con todos sus matices y aristas, nos ofrece una perspectiva diferente de los horrores de la guerra. Aquí no hay síndrome de Estocolmo que valga: la superación de los traumas es dolorosa y, en todo momento, están claras las posiciones antagónicas de los personajes. La fuerza de la vida se distingue como una luz que guía la trama, desde los campos de prisioneros de Alemania a los cálidos patios del sur de España: Violeta Flores, la anciana que narra su experiencia, es una superviviente, no ha sido quebrada, no cabe duda.

El receptor de esta comunicación es Mauro Balaguer, un afamado editor que podría representar a cualquiera de los grandes nombres del ámbito nacional, incluyendo a los profesionales del la Editorial Planeta, cuyo premio se falla precisamente hoy, mientras se componen estas letras. Desde un primer momento, el maduro entrevistador se sentirá  inevitablemente atraído por la historia de la mujer.

A lo largo de sus páginas contemplamos la tragedia personal del hombre de hoy, sometido a múltiples dependencias y, quizás, aquejado de enfermedades de su tiempo. Negros, carencias de talento, miserias creativas y éxitos de ventas se pasean por las líneas de la novela con la fuerza ficticia de quien conoce sobradamente el paño.

Estamos ante un espléndido cuadro de las mezquindades humanas, bien literarias, bien bélicas. No las dejen caer en el olvido.

Esta reseña apareció publicada el 26 de octubre de 2012 en la web de Culturmas:

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