Harto. Muy harto de que el cine sólo se ocupe de los problemas sexuales de las mujeres. «Nunca he tenido un orgasmo contigo», le dice Romy (Nikole Kidman) a su marido Jacob (Antonio Banderas) en un momento dado de BABYGIRL (2024), escrita y dirigida por Halina Reijn. Es la «excusa» de Romy para explorar, a espaldas de su marido, por supuesto, el lado oscuro del sexo de la mano de Samuel (Harris Dickinson), un joven becario que trabaja para ella. Romy es la «víctima» insatisfecha… ¿Y cómo pueden caer sus palabras en su marido? Eso no importa. Quizá porque nadie se ha planteado nunca hablar de los problemas de los hombres en el sexo, de lo fácil es que nosotros tengamos un orgasmo y lo no tan fácil que es conseguir que ellas lo alcancen. De la presión que supone tener que ser un buen «amante» con un pene satisfactorio y una erección prolongada. Vamos al lío…
Nicole Kidman sufrió como Alice las fantasías de su marido, el doctor Hardford (Tom Cruise) durante unas navidades en Eyes wide shut (Stanley Kubrick, 1999). Y aquí se toma la revancha en otras navidades, eso sí, sin fantasía, con mucho sexo, sumisión y dominación, guiada por el joven Samuel en un viaje inciático e inverso del poder. En el trabajo ella es la jefa, la poderosa, la dominante. Con Samuel, en la cama (el suelo, lo que se precie…) es todo lo contrario. Él es la tentación y ella la tentada que corre como una perra (simbología de la película, no mía) a por la sabrosa galletita que le tienden. Todo en un guion que la victimiza como personaje y la justifica con esa frase lapidaria a su marido: «nunca he tenido un orgasmo contigo». Pues vale.
En la época del «me too», el feminismo y las continuas referencias al patriarcado, del hombre potencialmente culpable de todo, de la ausencia de la presunción de inocencia cuando es acusado por una mujer por acoso o agresión sexual y de tanto cine femenino reivindicativo me gustaría en alguna ocasión ver personajes masculinos que son víctimas de nuestros problemas sexuales… y los psicológicos que pueden derivar de éstos. De la eyaculación precoz. O del viagra. Porque, seamos sinceros, si una mujer usa lubricante lo hace por ella, porque no lubrica lo suficiente y el sexo sin él puede ser molesto y doloroso. Pero si un hombre se toma un viagra lo hace por ella, para poder satisfacerla porque tiene problemas de erección. Pero claro, en los tiempos que corren, victimizar a un hombre que no puede satisfacer a su mujer en la cama y sufre los reproches de ella por su incapacidad o por tener una pene sin las dimensiones deseadas…, no interesa o no es políticamente correcto. Como si no esas cosas no existieran.
En cualquier caso, BABYGIRL se deja ver. En parte por el gran trabajo de Harris Dickinson como Samuel, la tentación. Pero, de nuevo, todos los méritos, premios y nominaciones son para ella, Nicole: Copa Volpi en Venecia y Premio de la Asociación de Críticos Americanos a la mejor actriz, además de nominada en los Satellite Awards y en los Gotham Independent Awards. Es un personaje escrito para ganar premios a costa de un marido defenestrado y un actor y un personaje mucho más auténticos que ella en un año donde, al menos en el cine, las mujeres son las grandes sufridoras: Nicole Kidman en BABYGIRL, Karla Sofía Gascón en EMILIA PÉREZ, Demí Moore en LA SUSTANCIA, Mikey Madison en ANORA… Y siempre con hombres malos o estúpidos de por medio. Hay que ver qué terribles somos…