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LAS GRANDES DESCONOCIDAS (3): GLENGARRY GLEN ROSS

Imagina a cuatro comerciales de un empresa de venta de propiedades. Que el negocio no va muy bien. Y que llega un auditor para dar un tajante y cruel ultimátum: en dos días, el que obtenga la mayor cantidad de dólares en ventas se lleva un coche. El segundo, un juego de cuchillos. Y los otros dos… A LA PUTA CALLE. Ahora imagina que es el argumento de una obra de teatro ganadora del premio Pulitzer escrita por el maestro David Mamet (El cartero siempre llama dos veces, Veredicto final, Ronin) y que él mismo adapta para convertirla en una película estrenada en 1992, dirigida por James Foley (Hombres frente a frente, 1986) y protagonizada por Al Pacino, Jack Lammon, Alex Baldwin, Kevin Spacey, Alan Arkin, Ed Harris y Jonathan Pryce. Un arrollador drama con sus dosis de intriga y traiciones, diálogos afilados como cuchillos e interpretaciones brutales que no te puedes perder. Vamos al lío…

La película comienza con el arrollador monólogo del auditor interpretado por Alec Baldwin (La caza del octubre rojo, 1990). Apenas cinco minutos le son suficientes para retratar a un chulo y despiadado auditor sin un ápice de piedad ni empatía que deja a todos sintiéndose la última mierda del mundo. Eso sí, dejando una puerta abierta para los mejores vendedores una vez pasados los dos días del ultimátum y sus terribles consecuencias: los que sobrevivan a la masacre tendrán acceso a las nuevas tarjetas de clientes, aquellas personas que han mostrado interés en las propiedades en venta y que, por tanto, se convierten en potenciales compradores. Pero mientras tanto, tendrán que conformarse con las antiguas, aquellas a las que han recurrido miles de veces y cuyos titulares tienen menos interés en comprar un terreno que un esquimal un frigorífico.

Tras el catártico inicio se perfilan a la perfección todos los personajes. Primero, Kevin Spacey (Seven, 1995) como el frío e inhumano jefe de la oficina. Después, los vendedores: Al Pacino (Heat, 1995) como el elegante, estratega y cautivador, Ed Harris (Abyss, 1989) como el impulsivo, Jack Lemmon (El apartamento, 1960) como la vieja gloria que ahora es incapaz de dar puntada con hilo y Alan Arkin (Pequeña Miss Sunshine, 2006) como el gris y anodino. Entre ellos se entabla la brutal competición por salvar el pellejo, con la tentación de las nuevas tarjetas de clientes, convenientemente guardadas en una caja fuerte, sobrevolando sobre cada uno de ellos. Y así, la lucha despiadada por sobrevivir nos muestra el carácter de cada uno, sus estrategias como comerciales y, sobre todo, las relaciones que les unen donde la ENVIDIA y la DESCONFIANZA priman sobre el COMPAÑERISMO y cada palabra que sale de sus bocas convierte las conversaciones en tensos partidos de tenis donde cada frase busca un ACE, cada réplica es una subida a la red y cada contrarréplica un mate.

GLENGARRY GLEN ROSS es soberbia y despiadada, cruel e ingeniosa, sincera y cautivadora, aclamada por la crítica y ganadora de la Copa Volpi al mejor actor para Jack Lemmon en el Festival de Venecia. Sin embargo, con un modesto presupuesto de 12,5 millones de dólares, los actores rebajaron considerablemente su salario para hacer posible esta MARAVILLA, la película apenas logró recuperar lo invertido: 10,7 millones de dólares en Estados Unidos, 670.000€ en España… Una nueva nuestra de que la taquilla de una película no es indicativo de nada y que hace que grandes películas como ésta pasen prácticamente injustamente desapercibidas.

Palabra de Juanlu, no os la podéis perder…

 

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