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JURADO Nº 2: Oro parece…

No, no es el broche de oro a la carrera del gran Clint Eastwood. Por dos razones bien sencillas: me niego a pensar que a sus 94 años este maestro del cine haya firmado su última obra y no habrá una siguiente. Y dos, pese a la posibilidad de que eso pueda suceder, no estamos ante una de sus mejores películas por mucho que queramos pensar que (por nostalgia, admiración y sucedáneos)  es la cima de su carrera y forma parte de ese puñado de películas inolvidables que, desde su resurgimiento  y reconocimiento en 1992 con SIN PERDÓN, ha ido alimentando su leyenda. No. La premisa es fabulosa: Justin (Nicholas Hault: Mad Max Fury Road, Tolkien, The favourite) es seleccionado para formar parte de un jurado en el caso del asesinato de una mujer cuyo cadáver aparece en  un riachuelo junto a una carretera. El acusado es la pareja de la víctima, pero Justin descubre que, en realidad, el asesino podría ser él… Están los ingredientes perfectos para una joya pero le falta… un buen aliño.

Con el paso de los años ha quedado de sobra demostrado que Clint se maneja mejor en el cine de autor, en esas películas que, lejos de grandes producciones como Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima (2006), Invictus (2009) o El francotirador (2014), rueda en apenas cuatro semanas con escenas filmadas en una sola toma gracias a su excepcional dirección de actores y que, poco a poco, fueron tomando un tono más personal, íntimo y dramático que le alejaban de su paso como estrella del cine de acción que también protagonizaba (y no siempre dirigía) encarnado a personajes emblemáticos como Harry el sucio (1971, 1973, 1976, 1983, 1988), el Sargento Highway (El sargento de hierro, 1986) o todos sus spaguetti western con los dirigidos por Sergio Leone a la cabeza (en la conocida trilogía del dólar).

Después de SIN PERDÓN, Eastwood dio un paso al frente y nos brindó obras maestras como Bird (1988), Los puentes de Madison (1995), Mystic River (2003), Million Dollar Baby (2004), Gran Torino (2008) o Richard Jewell (2019) y otras de puro entretenimiento como Un mundo perfecto (1993), Poder absoluto (1997), Ejecución inminente (1999), Space Cowboys (2000) o Deuda de Sangre (2002) En ellas, o aparecía como actor, lo cual siempre ha sido una maravilla, o cedía el protagonismo a grandes intérpretes cuyas actuaciones han quedado para el recuerdo en la memoria colectiva. Lástima que Jurado Nº 2 no lo haga…

El problema está tanto en el casting como en la creación de los personajes. Además del protagonista, un Nicholas Hoult que carga a su espaldas todo el peso de la película con un notable, tenemos a Tony Collette (La boda de Muriel, 1994) interpretando a la fiscal, Chris Messina (Care a lot, 2020), dando vida al abogado defensor o J.K. Simmons (óscar al mejor actor secundario por Whiplash, 2014) como parte del jurado, actores de sobrado y demostrado talento que se ven encorsetados en personajes planos y desperdiciados por el guión de Jonathan Abrams que no profundiza en ellos, desperdiciando el talento de quienes los encarnan y con una trama judicial que, al contrario de lo que una película del género judicial debe ofrecer, carece de giros inesperados ni sorpresa alguna. Si a esto sumamos la anodina banda sonora de Marc Mancina (especialista en pelis de animación como Tarzán o Moana), muy lejos de las partituras que Lennie Niehaus hizo para Clint en Sin perdón o Un mundo Perfecto, o que el propio Eastwood compuso para Mystic River o Million Dollar Baby, nos encontramos ante una buena película que plantea un dilema moral muy interesante pero que se queda en la superficie, una peli bañada en oro sin los suficientes quilates para hacer de ella lo que podría haber sido.

Solo puedo pensar que los 94 años de Eastwood pesan demasiado, o que las expectativas que tenemos cada vez que estrena una peli son demasiado altas porque él mismo se puso hace años el listón demasiado alto. En cualquier caso, no os perdáis. Porque es de Clint. Y eso siempre es sello de calidad pero, muy a mi pesar, no de ORO.

 

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