Continuamos rescatando “joyas” de los 80 para rebatir a Tarantino cuando dijo aquello de que fue “la peor década de la historia del cine”. Y lo hacemos con LA SELVA ESMERALDA (1985), película de aventuras y ecologista donde las haya, centrada en las barbaridades que el hombre ha hecho, y sigue haciendo, en Latinoamérica a lo largo de la historia en pos de la supuesta “civilización” y que supone el inicio de una trilogía a la inversa que continuaría con LA MISIÓN (1986), con el asentamiento de los conquistadores españoles y su lamentable afán evangelizador y terminaría con el inicio de todo en APOCALYPTO (2006), con ese estremecedor epílogo que supone la llegada de dichos conquistadores a tierras americanas. La historia del fin de milenarias civilizaciones mucho más antiguas y ricas que la nuestra y, sobre todo, con un total respeto por la naturaleza, fundamental para el equilibrio necesario para mantener este planeta vivo y que nos estamos pasando por el forro de los cojones.
Dirigida por el gran maestro John Boorman, por segunda vez en esta serie de posts ochenteros tras comentar su magnífica EXCALIBUR, la película narra la historia de Bill Markham (Powers Boothe), ingeniero americano que acude a Brasil con su familia para construir una presa , contribuyendo a la paulatina destrucción del Amazonas, comiendo terreno a las tribus que allí viven desde hace milenios y, por consiguiente, poniendo en peligro sus recursos necesarios para sobrevivir. Un día en que su mujer y sus hijos acuden a ver las obras, el pequeño, Tommy, desaparece en la selva. Y es entonces cuando se inicia la aventura. Con un padre desesperado y obsesionado por encontrar a su hijo en una búsqueda de diez años que culmina con su hallazgo en el seno del “pueblo invisible”, una tribu milenaria en la que su hijo, ya un adolescente interpretado por Charlie Boorman (hijo del director) tiene un nuevo padre, una nueva madre, una nueva familia, un nuevo HOGAR. Una nueva VIDA en la que apenas recuerda nada de la anterior.
Pronto Bill descubrirá que es tarde para devolver a su hijo a un mundo que le es ajeno y que lo que debe hacer es ayudar a aquéllos que le acogieron y ahora se ven amenazados por una maquinaria que quiere obligarles, a fuerza de destrucción, a que abandonen su estilo de vida y anhelan aprovecharse de ellos.
La historia, los paisajes, la atmósfera, multiplicada por la maravillosa fotografía de Philippe Rousselot y la banda sonora de Junior Homrich y Brian Gascoigne, las interpretaciones, el mensaje… LA SELVA ESMERALDA es un joya del cine que conciencia a la par que entretiene, que provoca a la par que instruye. Que sentencia y nos hace mirarnos al espejo para que descubramos que todos somos cómplices de la barbarie.
Años más tarde, John McTiernan intentó algo parecido con LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL EDÉN (1992), pero se quedó a medio camino.
LA SELVA ESMERALDA, no os la podéis perder.