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El mar no tiene sueño

«-¿Sabes, Sandra? Yo nunca he sido capaz de ceñirme a un programa. Para nada… La literatura es algo más que todo eso. La literatura es pura vida. Y no se puede enseñar literatura, la de verdad, sin hablar de la vida.

Se le iluminan los ojos cuando lo dice y, por un segundo, veo reflejados en él a algunos de mis profesores, a aquellos en los que encontré la misma pasión que atisbo ahora en Amador. Me cuenta anécdotas amables, momentos especiales compartidos con Mike y me ayuda, con su visión cotidiana y desenfadada, a alejarme de las consabidas escenas de acoso que de nada me van a servir para ayudarle a reconstruirse. No necesito conocer al adolescente víctima, sino al adolescente soñador. Al chico de diecisiete años que no tuvo miedo de dejarse ver antes de que ese valor estuviese a punto de costarle la vida.»

El mar no tiene sueño (fragmento)

Este relato, incluido en la colección Diez miradas (una antología editada por Loqueleo con textos de Joan Manuel Gisbert, Maite Carranza, Care Santos o un servidor, entre otros), nació como un homenaje a todos los docentes que fomentan la pasión por la lectura en sus aulas. A todas las y los adolescentes que alzan la voz para defender su identidad, sea la que sea, que vencen miedos y prejuicios aunque ello -como toda elección, como todo proceso de crecimiento- conlleve dolor. A quienes les ayudan en ese viaje, a quienes les dan las armas para construirse independiente de lo que digan los prejuicios, o las etiquetas, o incluso su cuerpo cuando este no tiene el sexo que debería ser suyo, cuando no es el cuerpo que por sentimiento y por derecho les corresponde. Y, en  mi caso, también como un reconocimiento a un gran amigo y compañero, alguien de quien he aprendido gran parte de lo poco o mucho que sé de este complicado oficio de la tiza… Hoy, ante la petición de un lector y antiguo alumno suyo que me pregunta -a través de mi web– cómo leer este cuento, me he animado a compartirlo aquí.

Para todas las maestras y maestros que nos ayudan a ser quienes somos, que nos abren caminos, que nos ofrecen horizontes que -antes de sus palabras- ni siquiera nos parecían posibles.

Va por vosotros, compañeros.

El mar no tiene sueño

 
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1 Comentario  comments 

Una respuesta

  1. Mª Teresa Esteban

    Con mucha tristeza, buscando a la persona espléndida que ha sido, he entrado en la página de Amador (para mí «Pama»). He encontrado la foto de una máquina de escribir sobre la que reposa «Diez miradas», abierto en «El mar no tiene sueño». Al reconocer la portada y el relato, he unido cabos.
    También enseño literatura apasionadamente.
    Hoy cobra fuerza tu homenaje a este profesor.
    ¡Cómo te lo agradezco!

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