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Sufrir ‘bullying’ no te hace más fuerte

Últimamente leo y oigo mucho que “quienes hoy sufren bullying son los artistas de mañana”, que ese mismo bullying “te hace fuerte” y que, al final, “se logra la revancha”.
Dejando a un lado el retrógrado mensaje subyacente, donde el dolor -en el más puro estilo de “la letra con sangre entra”- se presenta como sinónimo de aprendizaje, me pregunto qué pensarán de esta buenista aplicación del cuento del patito feo los miles de niños, niñas y adolescentes que ahora mismo sufren acoso escolar y que no tiene vocación creativa alguna. Los miles de niños, niñas y adolescentes que saben, en carne propia, que no te conviertes en víctima de bullying por ser especial, sino por cuestiones a menudo tan triviales y difíciles de explicar a tu entorno que hasta te llevan a culpabilizarte injustamente por sufrir la violencia ajena. Rasgos físicos, de carácter, anécdotas ocurridas en el aula o cualquier otro detalle pueden ser suficientes para que alguien decida quebrar tu autoestima. Pero está claro que, ahora que ya hemos obligado a quienes padecen una enfermedad a comportarse como “héroes”, nos toca el turno de convertir también a quienes sufren el acoso escolar en futuros Da Vincis -y pobres de quienes no lo sean-, cayendo así en una perversa culpabilización de la víctima que se vende, sin embargo, como un mensaje positivo y vitalista.
Dudo que añadir la presión, en forma de leyenda autoficcional, de un éxito futuro calme ese dolor, sobre todo cuando, seamos honestos, ese éxito puede que no se produzca y, es más, para que llegue a ocurrir, no es necesario que nadie nos acose. Pero en esta sociedad, cada día más puerilizada, preferimos abordar un problema tan doloroso y prosaico como el bullying desde la moralina del cuento de hadas, como si bastase con esperar una elipsis Disney para encontrar “unos años después” al personaje humillado convertido en carismático triunfador. Y no solo es que nadie nos garantice esa glamourosa conversión, sino que, a menudo, esa elipsis ni siquiera llega a tiempo de producirse. En la realidad, ese dolor es tan intenso que muchas y muchos de ellos intentan quitarse la vida antes.
De ese dato, de las alarmantes cifras de suicidio adolescente, no hablamos tanto, ni de las secuelas y cicatrices que deja el acoso escolar en la autoestima de quienes lo padecen. A cambio, parece bastarnos con el mensaje hollywoodiense donde todo acaba con final feliz. Quizá por eso esta nueva generación tiene, cada día, más problemas para gestionar la frustración, el fracaso o la ira, porque hemos creído que es mejor endulzar su vida a base de prolepsis que hablarles desde la verdad, abordando -sin esconderlas- sus heridas y dándoles herramientas con las que construirse. Instrumentos que usar en el ahora y no en un hipotético futuro donde más que escucharlos a ellos siento que solo nos proyectamos, desde lo que nos gustaría ser o haber sido, a nosotros mismos.
 
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3 de respuestas

  1. Anónimo

    Lo que faltaba ahora resulta que te hace mas fuerte. Y mas feliz? Puede que triunfes como artista y seas un desgraciado, hay bastantes ejemplos.

  2. Mila

    Hola, soy profesora y madre por vocación. La verdad es que se puede decir que soy feliz. He conseguido todo lo que me he propuesto en la vida MENOS: superar la falta de seguridad en mí misma, la humillación de “no saberme defender”, la vergüenza por el “¿Cómo puedes dejar que esos te peguen?”. Todos hemos crecido, los veo por la calle y me digo interiormente que”valgo más que ellos”, pero aún me duele recordarme tirada en el suelo en posición fetal mientras cuatro niños “más pequeños que yo” me golpeaban y se reían de mí por ser débil.
    Aún hoy, mi hermano (al que adoro) se burla de mí por aquello y la herida me escuece en las entrañas mientras sonrío e intento cambiar de tema como si todo fuese sólo “agua pasada”.

  3. Iris

    En mi opinión el sistema siempre ha protegido al acosador…No todo se arregla con un parte o una expulsión temporal del centro. Hay que ir más allá. No sé puede consentir que la víctima tenga que elegir entre seguir viendo diariamente a su acosador o cambiarse de centro. ¿Por qué es la víctima la que tiene que huir(cambiando su colegio o lugar de residencia o llegando incluso a suicidarse)? ¿Por qué es la única que tiene que acudir a terapia? ¿Porque no se hace una “rehabilitación” de los acosadores? Y es verdad lo que dices en tu post, ahora encima las víctimas tienen que convertirse en personajes mitológicos, tienen que sobreponerse por narices y ser superestrellas, la caña de España
    y vengarse de este modo.

    Coincido contigo en que tanto Disney está dejando a este mundo atontado y se nos está yendo la perspectiva de lo que es importante: el bullying no son cosas de niños… Algo que se lleva escuchando desde hace más de diez años pero que todavía parece que sigue quedando más en palabras que en verdaderas acciones (por más campañas que se hagan y por más formación que se les de a los docentes que otro marrón más que se tienen que comer)

    Durante mucho tiempo se vino normalizando una situación que en mi opinión era y es muy peligrosa. No me neguéis que lo es, porque muchos de los pequeños acosadores y acosadoras se convertirán en personas que maltrarán y acosarán en su entorno laboral o incluso familiar por haberse normalizado este tipo de comportamiento durante su infancia. Es una conducta que atenta contra la seguridad de la víctima!!! Los Derechos Humanos están para algo, no solo para aplicarse en tiempos de guerra (“Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a su seguridad personal.”; “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.” etc)

    Yo personalmente sufrí episodios de acoso dentro y fuera del ámbito escolar y en mi entorno vi otros casos durante mi adolescencia. Apenas se hizo algo y en ocasiones se llegó a culpar y castigar a las víctimas si este se producía en entorno escolar (“algo habrás hecho…”,expulsando ambos etc). Vi la impotencia, la rabia en la cara de mis padres por no poder hacer nada.

    Y en la actualidad, 15 años después sigo viendo estos comportamientos entre adultos. Tienen otros nombres como mobbing (que también suena muy bien así en inglés pero que se reduce a lo mismo) porque ya sabéis lo que se suele decir: “de aquellos polvos, vienen éstos lodos”

    Y como ha dicho Mila es una herida que es difícil sanar, por no decir imposible. Es muy difícil recuperar una autoestima que te ha sido arrebatada a una edad tan temprana. Es algo que siempre va a estar ahí, en un pequeño rincón de la memoria… y es más difícil de olvidar si sigues viendo que es un problema que parece que no se resuelve porque nadie quiere coger al ‘bulling’ por los cuernos y tomar verdaderas medidas y no meras campañas de marketing, que a veces es en lo que se quedan… Se necesitan más medidas legales de protección ( y de reinserción para el acosador) como se ha hecho con otros tipos de violencia.

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