Home 2013 (Página 3)
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LA OREJA DE DIONISIO

Que al poder le gusta escuchar, estar al tanto de lo que traman sus gobernados, es algo que va en la doble hélice genética de los gobiernos. Ni siquiera debe atribuirse al pernicioso vicio del cotilleo y hasta es concebible que el único interés que lleva a los gobiernos a poner los oídos sea la

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DE EL VINO Y DE LAS LEYES (III) Y FIN (NO ERA MI INTENCIÓN)

“¡Quiero salir! ¡Y vuelven a meterme!” Exclama con rabia Michael Corleone. Con el dolor de quien acaba de comprender lo inexorable e inevitable del destino. De su destino. El Padrino de Coppola prolonga el mismo grito que, muchos siglos antes, había comenzado Sófocles al escribir la tragedia de Edipo –Edipo Rey y Edipo en Colono-.

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DEL VINO Y DE LAS LEYES (II)

Aquilino se llamaba el gigante. Estoy seguro de que ningún trabajo le costaba más esfuerzo y sacrificio que el de enseñarnos a pronunciar correctamente, diferenciando  la “v” de la “b” (la “v” con cierta querencia por la “f”). De todas la tentativas con las que probó, a mí me ha quedado aquella explicación suya que

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UNA JUSTICIA RÁPIDA, INDEPENDIENTE Y GRATUITA

“Antes el deber que la devoción” es uno de esos tópicos, lugares comunes, que nunca cuestionamos y quizás deberíamos poner en cuarentena antes de asomarnos a pronunciarlos. Otro día, tal vez. Hoy son otros los deberes que me apremian. Por un lado tengo que examinarme de Historia Medieval de España y por otro tengo el

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DEl VINO Y DE LAS LEYES (I)

La memoria no se diferencia mucho de una de estas cajas nuestras. En ella guardamos los recuerdos de los años sin orden ni concierto alguno. Sin criterio aparente, sin motivo cierto, unos momentos se salvarán en ella, otros naufragarán para siempre en el olvido. Uno de estos recuerdos de mi infancia -que sin llegar todavía

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TENER UN BUEN PLAN

Cuando pienso en un día aciago, imagino un día con cara de lombriz, con cuerpo de gusano, un día ciego, como un topo, que no ve por dónde salir, un día que anda a tientas, con los brazos extendidos para no golpearse pero que, aún así, tropieza en cada baldosa levantada de la acera. No

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DE LA NATURALEZA DE LAS COSAS (III Y FIN)

Regresemos a buscar a Epicuro. Seguro que nos está esperando en su jardín. El Jardín era el nombre que Epicuro eligió para su escuela, el lugar en el que se reunía con sus amigos y discípulos, donde, a la sombra apacible de los árboles compartía con ellos su visión del hombre, del mundo y de

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DE LA NATURALEZA DE LAS COSAS (II) interrumptus

La acción por la acción conduce al embrutecimiento. El pensamiento por el pensamiento nos lleva a la melancolía. Embrutecimiento y melancolía, dos extremos perversos que debemos evitar. Antes de hacer, pensar un poco, qué hacemos y por qué lo hacemos. Después de pensar, levantarnos del cómodo butacón en el que gusta sentarse a la teoría

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DE LA NATURALEZA DE LAS COSAS (I)

“Ni el joven dilate el filosofar, ni el viejo de filosofar se fastidie; pues a nadie es intempestivo ni por muy joven ni por muy anciano el solicitar la salud del ánimo”. Con estas palabras comienza Epicuro la carta a su amigo Meneceo y yo las recupero para iniciar La Caja de este martes, por

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TIEMPO PARA ARROJAR PIEDRAS Y TIEMPO PARA RECOGERLAS (II)

«No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba y que su alma se alegre en su trabajo» Y así, inspirado por las enseñanzas de El Eclesiastés, me levanté luego de mañana -antes de que ningún despertador o gallo me llamara la atención y sonrojara-  y, no habiéndome hallado en falta  en el comer

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