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Goya 2015. Resistiremos (o no)

Del sintagma ‘la gran fiesta del cine español’ ayer entendimos una palabra (gran) y no entendimos otra (fiesta). Cuatro horas, sí, cuatro horas de gala en las que pudimos hacer recuento de todos los familiares, amigos, novios, ex, vecinos y seres afectivos varios que rodean al cine español. Donde escuchamos, con sonrojo, cómo se rompía en aplausos ante ciertos compañeros fallecidos mientras se permanecía en silencio ante otros -la mayoría- y donde nos contaron chistes sobre andaluces y catalanes en un alarde de modernidad que nos recordó a los tiempos del Dúo Sacapuntas. Si, como  yo, pudiste llegar al final de la gala, enhorabuena. Nos merecemos una chapita o una camiseta conmemorativa del evento.

Y eso que todo empezaba bien. Con un número musical potente y con mensaje claro. Creíamos que ese Resistiré del cine español abriría una gala crítica, dinámica, comprometida y espectacular. Pero en realidad se referían a que los que íbamos que tener que resistir era los espectadores, a quienes nos aguardaba una gala que ni siquiera nuestra simpatía por Dani Rovira -que sí, somos parciales: nos cabe muy bien a todos- podría salvar. Quizá porque dio por hecho que el uso de tacos nos haría mucha gracia per se, en un registro léxico que convertía en cervantescos a algunos grupos de la ESO.

Tampoco contábamos con que íbamos a tener un concierto de Miguel Poveda a la 1 de la mañana (sí, vale, me encanta, pero ¿patrocinaba la gala su casa de discos?) ni un número musical inenarrable de Alex O’Dogherty quien, para colmo, repetía actuación y con quien tuvimos pesadillas el resto de la gala. Su pregunta «¿Podrías vivir en un mundo sin música?» hizo que muchos pensásemos «Sin esta, sí». Y, oh sorpresa, no sabíamos que iban a sentar a los cortometrajistas bien alineaditos en escena como si fueran niños (menos mal que Giovanni Maccelli corrigió el discurso inicial: «No somos el futuro. No somos niños. Somos presente») ni que veríamos, como siempre nos pasa en los Goya, tan escasos segundos -si llegaron a ser segundos- de las películas nominadas.

Pero quién quería ver cine, cuando podíamos tener al presentador en ropa interior (momento hilarante 1) o contando chistes (momento hilarante 2) o haciendo tráilers y tráilers y más tráilers (momento hilarante 3). Ahí estaba, eso sí, Almodóvar para dar la caña que los demás no dieron (gracias) y quedarse estatuariamente detrás de gente que ganaba premios. El momento con Banderas resultó emotivo y su discurso, espléndido por momentos, aunque habría agradecido la virtud de la concisión. Pero teniendo en cuenta que fue de los pocos que dijo cosas interesantes y reseñables, casi que se agradeció que se extendiera.

Cuando ya creíamos que nada podía salir peor, aparecieron dos tipos con un copazo que parecían un cruce imposible entre Faemino y Cansado -pero sin la genialidad de Faemino y Cansado- y los chistes del viejuno No te rías que es peor. Todos volvimos años atrás en el tiempo e imaginamos que en próximas galas es posible que el Goya a la Mejor Película de Animación lo entregue el mismísimo Monchito.

La realización televisiva, al menos, aportó una gran variedad y ritmo. Vimos a Pe, a Maxi Iglesias, a Banderas… y a Pe y a Maxi Iglesias. Sabemos que hubo más actores y actrices pero, salvo los nominados y los que entregaban premios, pocos tuvieron un instante en pantalla para recordarnos que nuestro cine está lleno de generaciones que merecen ser valoradas y hacerse presentes, a pesar de que ayer toda una de esas generaciones -si no varias- quedara opaca e invisible. Claro que si de invisibilidad hablamos, el premio -en esta ocasión- es para los guionistas. Se ve que los nervios traicionaron al reparto de Ocho apellidos vascos, que no se dio cuenta de que sin el hallazgo de la idea y la historia, su película no sería el éxito que es. Seguro que más adelante -para eso están las redes sociales- lo compensan, pero habría sido bonito que la escritura cinematográfica tuviera un lugar en el evento.

Del especial televisivo previo, mejor no hablamos. La pregunta cinéfila «¿Te puedes dar la vuelta que veamos el vestido?» se remató cuando el experto en trapos -no había ninguno en cine, pero total, para qué- soltó la perla vergonzante y xenófoba de la noche «Sí, es colombiana, pero va tan guapa que parece española». Un comentario que me hace preguntarme quién escoge a qué comunicadores y quién les hace creer que lo son de verdad.

Por lo demás, en las cuatro horas -sí, cuatro- lo pasamos todos estupendamente. Porque el reparto de premios fue sorprendente y variado, su entrega ágil y las intervenciones de los actores y actrices que entregaban los premios, imprescindibles. Menos mal que la mayoría salían de tres en tres, porque su chispeante y abultado diálogo (compuesto por una sola frase «El Goya es para…») requería un notable reparto de papeles. Hubo, entre ellos, quien ni siquiera habló -¿por qué no les dieron más protagonismo a nuestros actores?- o quien, como la maravillosa Rossy de Palma, supo hacerse su propio show en un show que no lo era. Un espectáculo donde se impuso la magnífica La isla mínima (ya Grupo 7 era sobresaliente) y en el que se echó de menos que se valorase con mayor rotundidad la originalidad y el talento narrativo de la espléndida Magical girl.

Resistimos, sí. Y a pesar de lo que pudimos aburrirnos en la ‘gran fiesta del cine español’ seguiremos amando el cine español. Porque nos gusta el cine. Y nos gusta (mucho) la gente que lo hace.

P.S. Enhorabuena a quien decidió que, para homenajear a Banderas, lo mejor era poner La piel que habito a las 2 de la mañana. Todo muy lógico, la verdad.

 
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3 de respuestas

  1. Gracias. Ya pensaba que era la única que se había dado del comentario sobre Juana Acosta. Vergonzoso.

  2. Félix Francisco Trujillo

    La isla mágica?? Fernando, que se te va la pinza… Hacia SEVILLA… Jajajsjsjsj. Por lo demás estoy completamente de acuerdo contigo. Lo de Alex fue para quedarse mirando la tele y preguntarse WTF?? Entre otras muchas cosas… Y eso que no pude verlo entero…

  3. Genial, Fernando! No se podía decir mejor. Has puesto letra a cada uno de mis pensamientos y muy bien puesta. Gracias

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