Su sonrisa es encantadora. Pero más lo es su rostro: ojos negros, penetrantes, que semejan un pozo al que no te importaría caer las veces que hicieran falta para que te rescatara; unos labios sugerentes, ni demasiado carnosos ni tampoco excesivamente delgados; y un rostro anguloso, limpio.
El violín de tres cuerdas
Es la mañana de Nochebuena. Fría, muy fría. Gruesos copos de nieve tiñen las aceras, capós y techos de los coches. «El segundo día de nieve que nieva seguido en Madrid. Nada menos».