Hay días que nunca se sabe cuándo ni cómo terminarán. El que ambos contemplaban al pie de la ventana, con la amanecida, parecía estar a punto de concluir. De pie y desnudos, él abrazándola a ella por la espalda, escrutaban un paisaje de olas tranquilas, de mujeres dándose el primer baño de la jornada y