Hará un par de semanas que desempolvé varios escritos iniciales. Simple curiosidad, sin ningún otro propósito que me impulsara a ello. Cosas que empecé a pergeñar hace más de diez años y que, en su mayoría, quedaron olvidadas en una carpeta del disco duro de mi ordenador. Y entiendes el porqué.
El de los cacahuetes
Hay historias que estremecen. Relatos de personas cuyas vidas son un laberinto de azares y maldiciones al que la parca remata con un final que sólo ella es capaz de refrendar. Finales atroces para existencias atormentadas.
El ‘pero’ de Juan
Le llamaré Juan por referirme a él de alguna manera. Sé que no le gustaría que su verdadero nombre apareciera por aquí, tal cual, así que ahorrémonos inoportunas referencias.
Brassens
Apenas había oído hablar del susodicho más que por recuerdos del añorado Labordeta, ahora que ando con una biografía suya entre manos –extraordinariamente recomendable, al igual que lo era la persona-. Una ocurrencia.
Un viaje en tren
Desde hace un par de semanas tengo la neurona a tiempo parcial. A veces, ni eso. Las musas, que son así de caprichosas. Como me ocurrió ayer. Creí haber encontrado un tema salvador que contar en esta tribuna que tan gentilmente me cede Culturamas. Una trivialidad, pero al menos serviría para salir del paso.
¿Cómo se escribe una novela?
A fuerza de ser justos, no tenía ni idea sobre qué escribir esta semana. Servidor no se ocupa de pagos en negro, sobres, políticos y demás escenas circenses –que el honrado gremio de trabajadores de espectáculos ambulantes me perdone por tan cruel comparación-, porque el tiempo que tiene para pergeñar estas cuatro letras es escaso.
Aquel Carlo Pedersoli
Uno rinde pleitesía a sus mitos, que son unos pocos, siempre que puede. Literatura, cine y música. Lo común.
Un viaje en el metro
Un vagón del metro. Lo mismo da Madrid que Barcelona, Bilbao o Valencia. Nueve de la mañana. Hora punta. Murmullos y conversaciones apagadas por el traqueteo del convoy. Y una mano que cuelga de la barandilla.
A mí el que me molaba era Salieri
De Amadeus, digo. Ese magnífica obra de arte que Milos Forman llevó a la gran pantalla en 1984. Espléndida. Tanto, que se llevó 8 Oscars, incluyendo mejor película, director y actor principal. Lo máximo.
Aquí, un amigo
Hace más de una semana volví a embarcarme en la apasionante aventura de escribir una novela. Atrás quedan intensos meses de documentación, de búsqueda de datos, libros y apuntes que recreen la atmósfera deseada.