La lluvia nos acompaña como el palio al Santísimo. Paramos a comer en Villafranca. Con los siglos, los blasones se han vuelto más solemnes, más absurdos, como los jeroglíficos antes de Rosetta. Vuelven a verse peregrinos. Los saludo con la alegría con la que se ve a alguien que tiene un objetivo. El Camino, además
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Los libros, como las personas, tienen sus propios destinos, que son camellos ciegos, como dijo Borges, fuertes, torpes, inocentes y también inhumanos. El destino es un hilo o, mejor, un tapiz. A veces, sucede que tejiendo el destino de un ser humano se cuela en el telar el hilo de un libro y cambia el