La semana pasada hablaba de que el consumismo es una senda equivocada que no conduce a la felicidad sino, más bien, a la ansiedad o a la frustración. Frente a ello, Epicuro propone un camino más sencillo: la autarquía. El sabio conoce que la felicidad se encuentra en uno mismo y por lo tanto hay que evitar depender, en la medida de lo posible, de lo material. Debemos identificar nuestras verdaderas necesidades y superar la tentación de poseer más. Pues las posesiones sólo aportan preocupaciones, dolores y disgustos. Mientras que el verdadero placer se haya en el saber y en la amistad.
La autarquía supone el dominio sobre uno mismo, por contra, andar a la caza de lo nuevo, sin haber siquiera comprendido o aprovechado lo que le precedió, nos vuelve dependientes y, por tanto, menos libres.
Hablaba también del valor, incluso ético, de arreglar lo estropeado. Como Don Quijote, que salió a los caminos a desfacer entuertos. Al día siguiente, una amable lectora, me envía la noticia de la existencia de cafés en los que se reparan las cosas. Brindo por la iniciativa. Dicen los promotores que la gente ha ido olvidando que las cosas se reparan, que tiramos demasiado a la basura, que no damos una segunda oportunidad si hay un pequeño desperfecto, que en nuestra mano está alargar su vida. De aquí surgen estos cafés reparadores: «Los Repair Cafés son lugares de libre acceso donde todo gira en torno a reparar cosas (juntos). En ellos hay herramientas y materiales disponibles para reparar toda clase de objetos: ropa, muebles, aparatos eléctricos, bicicletas, juguetes… y un grupo de voluntarios con conocimientos y habilidades para reparar toda clase de artefactos».
Me viene a la memoria Don José Antonio, cura de mi pueblo además de fotógrafo –con pared blanca de fondo para las fotos de carnet–, a quien le llevábamos los transistores y otros pequeños electrodomésticos para que volvieran a funcionar. Algo ayudarían también las oraciones.
Termino hoy con estos versos de Erri de Luca: «Considero un valor ahorrar agua, reparar un par de zapatos, callar a tiempo, acudir a un grito, pedir permiso antes de sentarse, mostrar gratitud sin recordar de qué».
Salud.