Partamos de la distinción entre lo que es y lo que debería ser. Del mundo del ser, se encarga la Física y el mundo del deber ser es cosa de la Ética. La Ética, sumariamente, se ocupa de cómo debe comportarse un individuo para vivir conforme a su naturaleza humana. Lo que la Ética es al individuo, la Política es a la sociedad. Sumariamente, la Política tiene por objeto crear las condiciones necesarias para que la convivencia de los seres humanos se desenvuelva en armonía.
Agradezco que me disculpen esta somera introducción para así poder proseguir con el tema en cuestión. Autores del s. XIII tenían muy claro que los buenos gobernantes deberían seguir los mandatos de la justicia, promover el bien común, mantener los fundamentos de la paz y asegurar la felicidad del pueblo.
Sin embargo, la realidad era terca: el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Lo que sucedía era que los gobernantes en lugar de trabajar en pos del bien común, perseguían sus intereses particulares, egoístas, que si bien se pueden comprender en una persona privada, nunca deberían admitirse en quien pretende gobernar, en un sistema democrático, se entiende.
Lo que sucedía, sigue sucediendo por desgracia hoy. Los vicios de entonces, permanecen ahora, por lo que también podríamos aplicar las mismas soluciones. Por ejemplo esta de Filippo Beroaldo, autor del s XV: “El mejor estatus sólo puede ser logrado si nuestros magistrados dejan de lado la búsqueda de sus propias ventajas y garantizan que en todo actúan de modo tal de promover el beneficio público”.
No tengo la percepción de que sea este el afán de nuestros representantes políticos. Más bien al contrario, percibo que sólo pretenden su interés personal o el de su partido y en el mejor de los casos el de aquellos votantes que les han votado. Deberían leer a Montesquieu y quitarse así las anteojeras de sus egoísmos que les impiden ver:
“Si conociera algo beneficioso para mí y perjudicial para mi familia, lo rechazaría. Si conociera algo bueno para mi familia y no para mí país, lo olvidaría. Si supiera de algo beneficioso para Europa o beneficioso para Europa y perjudicial para la humanidad, lo consideraría un delito”.
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