La felicidad, ese objetivo escurridizo al que parece que estamos abocados desde la intimidad de nuestro código genético, o al menos esto es de lo que pretenden convencernos los anunciantes de cremas depilatorias unisex, de limpiabaños o de coches que convierten cada atasco matutino en un viaje al paraíso. Personalmente, no creo en la felicidad
Cambios de hora
Me pregunto si los gorriones se han dado cuenta del cambio de hora. Los veo en las ramas del abedul, con esa ligereza suya, que a uno le entran ganas de hacerse diminuto, de que le salgan alas, para poder saltar sin quebrar rama alguna, tan sólo cimbrearlas. Pican con sus pequeños picos las hojas