Nos gusta pensar, que los bárbaros son otros y así, cada noche, nos vamos a dormir con la conciencia tranquila, por no ser bárbaros como los de las barbas largas o las cabezas rapadas. Pero yo no estaría tan seguro de ello. Un bárbaro puede adoptar la forma más insospechada, el vecino de al lado,
Bárbaros II
Cuentan que el Califa Omar cuando entró con su ejército en la ciudad de Alejandría, ante las puertas de la celebérrima biblioteca de dicha ciudad, se planteó el siguiente dilema: O los libros de la Biblioteca de Alejandría contienen las enseñanzas del Corán o no las contienen. Si contienen las enseñanzas del Corán, son superfluos
Bárbaros I
En el año 390 antes de Cristo, los galos senones –unos bárbaros- dirigidos por su caudillo Breno asolan las tierras de Italia. Después de derrotar a dos legiones romanas en la batalla de Allia, se dirigen fieros a la ciudad de Roma. La mayoría de la población, atemorizada, huyó a los bosques, los que quedaron
Dona
Admito que pueda ser discutible que hacer el bien a los demás redunde en beneficio propio pero, sin duda, nadie cuestionará lo beneficioso que resulta, cuando de lo que se trata es de hacernos bien a nosotros mismos. Despreciar nuestro propio bien sería del género estúpido y, sin ánimo de faltar, más bien como inferencia