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DEl VINO Y DE LAS LEYES (I)

La memoria no se diferencia mucho de una de estas cajas nuestras. En ella guardamos los recuerdos de los años sin orden ni concierto alguno. Sin criterio aparente, sin motivo cierto, unos momentos se salvarán en ella, otros naufragarán para siempre en el olvido. Uno de estos recuerdos de mi infancia -que sin llegar todavía al sepia, ya es memoria de colores desleídos, de brillos a destiempo-, reúne en cuatro o cinco imágenes, aquellos partidos de fútbol del Torneo Garrafón. Tardes de fútbol, de pantalones cortos, de siempre riendo y corriendo a todos lados. El tal torneo se jugaba en el Prao Palacio –así se llama el campo de fútbol de mi pueblo, nombre evocador y sintético donde los haya- y los equipos principales –algo así como el Madrid y el Barsa de Benavides- eran la Peña El Moco y Los Ocho Caños. Yo animaba a la Peña El Moco, porque en ella jugaba mi tío Javier.

El trofeo, como seguramente habréis imaginado, era un garrafón de vino. Garrafón que presidía todos los partidos y que desencadenaba el júbilo y la euforia en el equipo ganador hasta el punto de que, francamente, no creo que ganar la Champion provoque tanta alegría como la que concitaba aquel garrafón paseado en alto en vuelta de honor, como la mejor de todas las copas.

Hoy en día un torneo así sería inconcebible. Se echarían encima de organizadores, jugadores y aficiones todas la “autoridades” que uno pueda imaginar, comenzando por las sanitarias –sí, esas que nos advierte…- y terminando por esos que se colocan en algunos cruces para hacernos soplar.

Nuestros políticos son tan malos que lo único que saben hacer es legislar. Un gobierno se felicita por el número de leyes aprobadas, como si aprobar leyes fuera todo un logro. Cuando, en realidad, cada ley que se aprueba supone un fracaso de la civilización y de la convivencia. Se legisla mucho y se legisla mal. Se legisla mal, en primer lugar porque estos mequetrefes ni siquiera saben redactar las leyes. Os propongo que comparéis la claridad expositiva y sistemática, incluso elegante, de nuestro Código Civil –heredado de Napoleón- con el barrullo y confusión gramatical y mental de las leyes o cualquier otro tipo de normas con las que nuestros políticos nos condenan cada día.

Un exceso de legislación puede ser uno de los mayores enemigos de la democracia y de la libertad. Un exceso de legislación acaba convirtiendo un régimen de libertades en una democracia totalitaria. Totalitaria en el sentido de que se entromete y regula todos los ámbitos del individuo, violentando incluso sus creencias y sus hábitos cotidianos y privados.

Es algo terrible, la voracidad con la que se inmiscuyen en nuestras vidas, no les basta con meterse en nuestros bolsillos.

Ayer mismo, regresando en coche, escuché un anuncio de la DGT en el que se nos recomienda caminar. Pero bueno, qué se han creído estos tíos. Ya no se cortan, han perdido toda noción de límite. Me temo que acabaremos como en “Amanece que no es poco” –película genial entre las geniales-, en esa escena en que la pareja de la Guardia Civil va a buscar al monte a Engué –que está haciendo sus estampas con las cabras-. De camino se encuentran con dos novios, que se disponen a la coyunda y son interrumpidos por los guardias civiles, con este diálogo:

-¡Pero no ves que así la chica no va a disfrutar…hay que prepararlo un poco…unas caricias, unos besos aquí y allá, no sé coño, lo que se dice una preparación!!!

¡Venga, venga, acaríciala, y a ver si haces las cosas como Dios manda!!!  ¡Pero pijo!!!

 

-¿Te está acariciando??

-Sí –responde ella.

-¿Y a que es mejor?

-Mucho mejor, donde va a parar…

 

En la película se trata de una exaltación de lo absurdo, pero me temo que no tardaremos mucho en comprobar en nuestra propias carnes –y  nunca mejor dicho- escenas como esta.

Cuidado con el exceso de legislaciones. Podemos pasar del imperio de la ley –sagrado principio- a la tiranía de las leyes.

Comenzamos aquí una serie de Cajas sobre nuestra cosa pública. Pero antes, por supuesto, beberemos vino, para pasar el mal trago. El próximo martes.

Salud

 

 
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11 de respuestas

  1. Gonzalo Ugidos

    Así me gusta Oscar, a las cosas como pedía Ortega. Este giro temático de la Caja promete. Si hasta ahora competías con líricos y metafísicos, ahora te vas a meter en la bullanga de los tertulianos, en la gresca de la oscura luz de día. Lo de hoy sobre la inflación de leyes y la deflación de su estilo es muy cierto. El Estado no es nadie para andar metiendo sus narices en todas nuestras cosas. Bastante lo aguantamos con que nos meta la mano en la cartera.

  2. Mari Luz

    “Las leyes” ja, ja, me rio de las leyes. ¿Leyes para quién?? Pienso que cuando dictaminaran estas “leyes”, tendrían que poner claúsulas donde, dejaran muy claro que depende de quien seas o de donde vengas, se cumplen o no. Esta es la España que han creado todos estos, que se hacen llamar “políiticos” , una España mediocre donde su principal objetivo es manipularnos y haciéndonos creer que es lo mejor, cargándose la educación y la sanidad, a mi juicio pilares importantísimos de un país. Pero les dá igual, sólo quieren poder y dinero, que triste.

  3. Brindo por La Caja, con vino de Benavides. ¡Salud!

    CAsilda CAsi

  4. Rosana

    Óscar gracias por atreverte con un tema “tan controvertido” como es la política, tienes razón que tanta legislación a veces puede ser contraproducente y en realidad convierte a la democracia en una especie de lugar encorsetado donde quedan pocas posibilidades para mejorar y buscar ideas nuevas o al menos coherentes que sean realistas con lo que quiere el pueblo, quizás ha llegado el momento de dirimir estos problemas en las urnas o que la gente “de a pie” empiece a rebelarse contra los políticos en las urnas, en este sentido creo que bailamos al son de Angela Merkel… Mejor no entrar en los recortes en sanidad y educación que eso, no me gusta nada, quizás deberían aprender de Platón y Aristóteles, y volver al pensamiento clásico griego.

    Por eso será mejor tomar una copa de vino y que nos quiten lo bailao, pese a quien le pese.

  5. Pablo Prietro

    Gracias, una vez más, Óscar. Y enhorabuena por el riesgo asumido en el cambio temático de LA CAJA.

    Ahora que entras en estas lides corres el riesgo de que alguno de tus lectores, en alguna ocasión, no esté de acuerdo con lo argumentado. Si eso me llega a ocurrir será genial, porque conoceré tu argumento y me enriqueceré; enriqueceré mi argumentario y lo matizaré.

    Hoy estoy de acuerdo contigo. Mañana tal vez no y también será genial.

  6. Juan Jo

    Soy de los que piensan que el vino es alimenticio y posee propiedades curativas. De ahí que sea recomendable probarlo dos veces por día. Un modo de evitar las “leyes malas” sería concebirlas en horario vespertino, es decir, después de haber compartido mesa y mantel con Baco y sus crianzas. A esa hora en que el día ya anda por su propio pié es la adecuada para legislar en sintonía con los intereses del pueblo, o bien, para adoptar la decisión de no legislar por exceso de lo ya legislado. La función de perpetrar leyes no se puede acometer tras haber tomado un café con leche y cuando el día está aún sin hacer, pues se corre el riesgo de que el ciudadano pague las consecuencias. Bebamos pues.

  7. kuko

    Soy afortunado de guardar en mi garrafón la memoria de aquellas tardes lúdicodeportivas donde, como los milanos, sobrevolaban collejas si te acercabas mucho al garrafón!!!
    Salud.

  8. C.Mosquera

    Ya se lo que pasaba, Oscar. No era que no te entendiera, eran los temas sobre los que escribias. La actualidad es mucho mas apetitosa, aunque esta sea por desgracia mala de cojones.
    Y el articulo, bueno no, mejor.

  9. Diego

    Gracias Oscar por tu Caja. Coincido con lo dicho de que este giro promete. Eso que dices, en verdad mil veces repetido, de que el Ejecutivo mida su eficiencia por el número de leyes aprobadas siempre me ha dado un escalofrío. ¿No estaba para ello el Legislativo? Ahora sólo falta que pongan y quiten a jueces y fiscales… ¿o es que ya se hace? Recuerdo cuando estudié la democracia en EGB. Separación de poderes en origen y tal. Y no era esto, no era esto…

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