Con la contundencia de la que están dotados los objetos, para que no quepa lugar a dudas de que estas cajas de las que hablo no son una calenturienta teoría, he aquí la prueba tangible, el inventario sumarísimo de todo lo que había en una caja negra, que yo guardo desde hace años bajo mi cama. Me he puesto guantes de látex en las manos y, aséptico como un forense, he ido sacando cada uno de los elementos que contenía, depositándolos sobre la mesa y tomando nota de ellos. Pido disculpas por lo extenso. Quién hubiera dicho que cabía tanto en una caja de zapatos!
INVENTARIO SIN TRAMPA, DE CARTÓN
.- Caja amarilla de clips-
.- Funda de gafas, sin gafas, con un crucifijo de oro dentro (a modo de sarcófago).
.- Cinta mética. 1.50 metros ¿En qué circunstancia se coló en mi vida una cinta métrica?
.- Tres fotografafías de fotomatón, con Tomi, David y Juanín (falta una).
.- Nueve cartas, todas dirigidas a la dirección de la Avenida de Séneca.
.- Un expendedor de caramelos pez con la cabeza de Lisa Simpson.
.- Una cinta de cámara de vídeo (buscar el modo o quién me la puede pasar a otro formato).
.- Cien chichetas (¡para qué quiero 100 chinchetas! Las venderé en ebay, de una en una)
.- Dos pares de gafas de sol (ninguna de las dos es la de la funda vacía).
.- Una pipa de fumar (sin indio).
.- Tres postales. Enviadas una desde México, otra desde Glasgow y otra de Berlín. No reconozco sus firmas.
.- Una fotografía mía, con birrete, en blanco y negro, de la orla de Filosofía.
.- Pos-it mediano (estos los puedo usar)
.- Postales de Navidad sin escribir. Cuatro.
.- Una goma para el pelo (suelen aparecer en los lugares más insospechados, tienen vida propia las gomas para el pelo).
.- Una, dos, tres, cuatro, cinco cajetillas de cerillas, todas de bares y cafés de México DF.
.- Un pasa corbatas en su estuche (es posible que no lo haya estrenado, a ver si se ponen otra vez de moda…).
.- El estuche de una insignia (acabo de darme cuenta de que la he perdido).
.- Cuatro bolsitas con botones de reserva (qué detalle los botones de reserva en el bolsillo interior de la chaqueta).
.- Un protector labial (supongo que estas cosas caducan. Algún día hablaremos de la obslescencia).
.- Recambios de minas (0.5 HB) para portaminas (tiene su lógica).
.- Tres rotuladores para pizarras vileda (tenían algo mágico aquellas pizarras, quizás su silencio).
.- Unos cordones de zapatos (es posible que estos vinieran de serie con la caja).
.- Tres monedas; un duro de Franco (1957), 25 pesetas del Rey (1982) y una griega quizás con el rostro de Solón.
.- Un gemelo sin su hermano.
.- Varios marcapáginas (los colecciono).
.- Dos mecheros sin gas, aunque recargables.
.- Un trozo de barra de lacre color sangre (Qué trágica es la juventud).
.- Dos juegos de dados y sus dos cubiletes (alia iacta est).
.- Una clavija para un equipo de música.
.- Una caja metálica, en su interior una maquinilla de afeitar de las de cuchilla y una caja de cuchillas… qué filo!
.- Una felicitación de J&B de Navidad. Al abrirla suena: lalala lalala dulce navidad….
.- Dos cintas magnetofónicas (no digo de que grupos no vaya a ser que la Sgae….)
Y un tintero.
Bien, pues precisamente es esto, este blog, La Caja, es una de estas cajas, en la que puede aparecer lo más insospechado y también lo ordinario. Espero sea de vuestro agrado.
Salud
Oscar M. Prieto
Ps: como los martes suelen estar más libres, ya que uno no puede casarse ni embarcarse, La Caja la abriré todos los martes, aunque hasta ahora la haya abierto los lunes.
Ps: Es un ejercicio saludable hacer inventario de una caja. Os recomiendo que lo hagáis con alguna que tengáis en vuestras casas.
Enhorabuena, Oscar, por la Caja IV. Más que una caja, la de zapatos que guardabas bajo tu cama parecería el bolso de la alegre Mary Poppins. ¡Que capacidad!
El gemelo suelto siempre lo puedes regalar a don Miguel o a don Ramón María.
Un abrazo,
Casilda
http://casildacasi.blogspot.com.es/
Casilda Casi,
qué buena idea para el gemelo solitario, tanto uno como el otro lo agradecerían, o tal vez no, con el genio que tenían…
Qué suerte, Óscar! Qué suerte encontrar una caja con tantas cosas debajo de la cama.
Yo hace no mucho que me deshice de todas esas cajas que fueron perdiendo el control del tiempo y el color debajo de mi cama, mudanza tras mudanza. Me he liberado también de muchas cajas pisapapeles que iba moviendo por encima del escritorio. Y al final me he quedado con tres cajas: la de los medicamentos, la de la bisutería y la de “por si acaso”.
Sin sorpresas, así que espero que nos sigas descubriendo qué esconden tus cajas.
Un abrazo.
Lele
¡Lo que cabe en una caja de zapatos! Aunque más que una caja parece un cajón de sastre por la variedad de su contenido. Tal vez se trate de un pequeño “rastro” doméstico. Quizás lo más importante de todo sean los recuerdos que asoman por los bordes de la caja.
Un abrazo.
En el tema postales, indagando sus procedencias caben muchas posibilidades que las firmara yo mismo…
Una forma muy divertida y diferente de empezar 🙂