Ni corta ni perezosa supe en seguida que iba acabar yendo a ver esta película al cine. La razón número uno se debe a que mi pareja es un amante de la ciencia ficción, y la segunda es que en mi opinión, si quieres ver efectos especiales, es mejor verlos en la gran pantalla y a ser posible a un buen precio. Es por ello que los miércoles son mi días favoritos para ir al cine, ya que a 4,50 la entrada cualquier película en la que se tenga un mínimo de interés por ver se vuelve cercana al bolsillo del espectador.
Así pues fui a verla el pasado miércoles y, como siempre que voy a ver ciencia ficción, iba sin saber qué me iba a encontrar. Lo mejor hoy en día es no ir con expectativas, ni buenas ni malas, al cine y menos en lo que a ciencia ficción se refiere, pues te puedes encontrar de todo.
El destino de Júpiter tenía y tiene dos o tres cosas buenas que me convencían para ir a verla: la estética, que prometía; los directores de la misma, pues ya se sabe que los hermanos Wachowski revolucionaron el mundo del cine con Matrix; y los actores.
Empezaré por el último punto: los actores. Si bien es cierto que a la actriz principal Mila Kunis solo la conocía por su actuación en Cisne Negro, ello no me impide creer que la muchacha tiene un gran potencial, especialmente físico, pero creo que se le da mejor hacer el papel de chica sombría y misteriosa que de damisela en apuros (papel que juega a lo largo y ancho de la película). De esta forma vemos su verdadera fuerza y valor interpretativo cuando ha de enfrentarse al villano y tomar cartas, de verdad, en todo el asunto que es esta historia que la concierne a ella y solo ella.
Por otro lado está Sean Bean, a quien siempre es un placer ver en pantalla, me parece un buen actor, aunque sin excesivos registros. Sin embargo la guinda estaba para mí en el papel que realiza Eddie Redmayne, a quien recientemente se le ha otorgado el Oscar a mejor actor por su papel principal como Stephen Hawking en La teoría del todo; tenía ganas de verle de malo ya que hasta ahora no había tenido la oportunidad, y la verdad me parece un actor joven con mucho potencial que está abriéndose paso a un ritmo vertiginoso, lo que hace esperar un fantástico a futuro a su carrera como actor.
Por supuesto también estaba Channing Tatum, a quien no había tenido el placer de ver actuar y menos en la gran pantalla, pues las películas que ha hecho del tipo Infiltrados en la universidad se alejan (por no decir que salgo huyendo en dirección contraria de ellas), del tipo de película que, uno, pagaría por ver, y dos, me despierta un mínimo de interés como para si quiera perder una tarde en verla cómodamente desde mi sillón.
Supongo que el elenco de actores, mejores o peores pero conocidos, y que el trailer me llamó la atención (a mi pareja más obviamente), fueron los motivos que me movieron a ir a verla. Lo cierto es que se puede saber si una película tiene posibilidades de ser decente cuando el trailer te está contando algo que tiene sentido, en este caso así es: La historia cuenta que la raza humana no ha nacido en la tierra, no al menos como nosotros creemos, sino que la tierra, como planeta fue elegido por las industrias Abrasax, una de las dinastías más poderosas del universo porque, oh sorpresa, no estamos solos en este cosmos infinito en el que nos movemos.
El caso es que la empresa la llevan tres hermanos: Balem Abrasax (Eddie Redmayne) es el mayor y es el que controla el planeta Tierra, será el que lo inicie todo cuando quiera matar a la protagonista Júpiter Jones (Mila Kunis) a pesar de que ella no es más que una limpiadora que, como siempre, resulta ser mucho más cuando se descubre que es miembro de la realeza a la que pertenecen los hermanos Abrasax y que, por lo tanto, puede reclamar la tierra y hacerse “propietaria” de ella. Este es el motivo por el que su vida se pondrá en peligro de muerte y por el cual aparecerá Caine Wise (Channing Tatum) un ex-militar y cazador, manipulado genéticamente, que será el encargado de protegerla.
Está claro que el guión no está pensado para que los actores se luzcan, motivo por el cual las actuaciones en sí mismas no valen mucho, ni siquiera la de Eddie Redmayne que hace me malo “flojillo” y parece más enclenque que otra cosa; sin embargo los villanos aquí no tienen por qué ser malos malísimos, según términos estrictos, sino jugadores de ajedrez: hábiles estrategas que sepan manipular a su adversario para que entren suavemente en las trampas que preparan a lo largo de toda la película. Porque lo que Balem Abrasax y sus hermanos buscan es poder, no es otra cosa, y para ello comercian con lo más valorado del universo: el tiempo. Balem es un hombre de negocios cruel a quien no le importan las vidas con tal de poder lograr sus objetivos, es malo pero no pretende dar miedo, ni siquiera intimidar, solo demostrar una falta de escrúpulos total cuyo punto de ebullición llegará al encontrarse con la protagonista.
Él y la política que rige su mundo me parecen un reflejo muy acertado de toda sociedad que se mueve con un único objetivo: seguir acumulando lo más valiosos que ellos creen tener. Cuando solo la avaricia nos mueve y cuando nada más importa que nuestros propios intereses se entra en un juego de poder que afecta, en este caso, a todo el universo.
Sin embargo, a pesar de que las actuaciones no sean brillantes y de que el guión no oposite a best seller del año la historia está bien construida, se entiende y no deja hilos sin atar. Está bien pensada y los personajes guían la historia sin problemas, enlazando escenas y permitiendo que sigamos su evolución, aunque realmente los únicos que evolucionan algo son Júpiter y Caine; porque esta película, además de una película sobre poder y dominio de unas razas sobre otras o de unas clases sobre otras, es una película con una historia de amor que hará de hilo conductor de todo lo que va ocurriendo: Júpiter la verdad es que, quitando que es comprensible que la situación la desborde (pasa de ser una limpiadora de urinarios a estar en el centro de una guerra de poder), la pobre se va metiendo en una detrás de otra sin remedio y Caine, será el que, una tras otra, la ayude a salir adelante. Solo al final ya la muchacha tendrá algo más de iniciativa propia y tomará las riendas, cogiendo de una vez las cartas que la partida le ha dado para, a su manera, jugarlas.
Por último decir que El destino de Júpiter es, ante todo, una película de acción donde, escena tras escena, tendremos movimiento en la gran pantalla, a veces un poco caótica pero muy impresionante.
Con la estética cuidadísima se nos presentan criaturas y lugares extraordinarios, dignos de una mente prodigiosa que, como era de esperar, cumplen con lo visual de sobra, añadiéndole además una banda sonora de Michael Giacchino que, si bien es estupenda, también presentará rasgos de la extravagancia que estamos viendo en la gran pantalla, un tanto difusa, ya que hay escenas donde realmente cuesta ver lo que está pasando.
Aun así yo la disfruté, no me aburrió, me pareció interesante y planteada desde una idea bastante inteligente. Visualmente espectacular y, desde luego, digna de verla en la gran pantalla. Merece la pena acercarse al cine y pagar por verla siempre que no se espere mucho de ella y se vaya pensando en disfrutar de cine de ciencia ficción muy cuidado que nos presentará una historia redonda, sin grandes matices ni muy rebuscada, pero que, al fin y al cabo, nos hará disfrutar de ella hasta el final.
Lucía Berruga Sánchez
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