El pasado sábado, 29 de marzo, Iván Ferreiro llenó la sala La Riviera de Madrid, metiéndose al público en el bolsillo como solo pocos pueden hacerlo
Lluviosa era la tarde en la que La Riviera abría sus puertas a las 19:30 a los fans que íbamos a ver cantar a Iván Ferrerio. Era una tarde gris pero el estado climático no se reflejaba para nada en el ánimo de las 1000 personas que, calculo, se reunieron allí el sábado pasado.
Yo iba con mi pareja y con una amiga y, aunque nos planteamos hacer cola, debido al mal tiempo, decidimos merendar tranquilamente y unirnos para la apertura de puertas. Así lo hicimos y no tuvimos problemas para situarnos cerca del escenario: en segunda fila que estábamos, lo más cerca que he estado nunca en un concierto.
Sobre las 20:30 la sala ya estaba bastante llena y se empezaba a notar el calor, pero aun así tuvimos que esperar hasta pasadas las 21:00, momento en el que Iván Ferreiro hizo su aparición para no parar de animar a la sala durante poco más de dos horas.
Empezó con una de sus últimas canciones, del nuevo disco Historia y cronología del mundo, Twin Peaks, seguida de una de las más antiguas, una de las que cantaba cuando aún estaba con Los Piratas, grupo por el que conocí a este gran artista; así cantó El equilibrio es imposible, canción intensa donde las haya.
Tras ellas y un “empezamos” inició definitivamente el concierto metiéndose de lleno a cantar otra de las canciones de su último disco, la de Pájaro Azul y todos los que estaban bajo el escenario la cantamos a coro. Volvió hacia atrás en el tiempo con la siguiente canción cuando cantó Abrázame de su primer disco en solitario Canciones para el tiempo y la distancia, para demostrar que este no pasa en sus letras, dejándolas intactas e intachables.
Algo curioso de estar casi en primera fila es que presencias algunos detalles que desde otra posición pasarían desapercibidos, como es que durante las cuatro primeras canciones se dejó a los que venían con el pase de prensa fotografiar y gravar a pie de escenario las actuaciones, aunque a partir de la 4ª canción (la de Abrázame) se les cortó el acceso y ni siquiera se les volvió a permitir sacar las cámaras cuando volvieron a su sitio: tras la valla que marcaba la separación en un metro entre el público y el escenario.
El concierto iba sobre ruedas, se tocaron varias canciones del último disco para hacer gala al nombre de la gira entre las que destacaría mis favoritas: El bosón de Higgs y, grande, muy grande, El fin de la eternidad donde Iván Ferreiro, sentado al piano y cantándola, seguro consiguió poner los pelos como escarpias a más de uno; conmigo lo consiguió sin ninguna duda.
A veces estaba tan cerca que, mientras cantaba y tú le seguías envuelta en la música y en la mágica letra que contienen la mayoría de sus canciones, fijaba en ti su mirada y todo era mucho más intenso, sintiendo la letra aún más profunda si es que era posible. Por tanto no se puede negar ni aunque se quisiera la cercanía de Iván Ferreiro con su público; se le ve en todo momento (cuando no está al piano) moviéndose por el escenario y dirigiendo su atención a todos los que conforman el concierto, haciendo que te sientas parte él, no un mero oyente.
Muy cercano también con los miembros de su grupo que ponen música a sus canciones, no los olvidaba mientras cantaba acercándose a ellos y dejaba vibrar la voz a la vez que ellos hacían vibrar sus instrumentos.
Lo mejor es que Iván no se corta, gesticulando e interpretando con gestos teatrales, pero naturales, las letras de sus canciones, se posicionaba ante nosotros como una figura que no tiene miedo de exteriorizar lo que siente cuando canta. Cogía algunas posturas que rozaban lo cómico, pero que solo podían hacerte ver que él es todo un artista, con mayúsculas. Solo un artista puede decir tanto con una postura o transmitir sentimiento con una estrofa.
Todos estábamos encantados, y a pesar del humo y las luces usadas que le daban mayor teatralidad a la actuación, se nota a la legua al verle subido sobre el escenario que no necesita de efectos para que brille con luz propia y para que sus fans se vuelquen de lleno en los versos que el poeta canta con naturalidad entre gestos que dan énfasis a los detalles, dejando que el tono de su voz, peculiar y que le caracteriza, llegase al alma de cada uno de los que estábamos allí viéndole.
Por supuesto se guardaba un par de ases bajo la manga para sorprendernos. La primera sorpresa de la noche llegó de mano de Eva Amaral, que se unió al escenario entre vítores y gritos de todos nosotros; como no podía ser menos cantaron a duo la famosa canción de Años 80, para el deleite de todos. Sonó de maravilla en directo y todos lamentamos que terminase y que Amaral tuviese que abandonar el escenario que había ocupado por unos minutos.
Pero el concierto seguía adelante, ya empezaban con el adelanto de siempre: se despiden para volver a salir, aunque esta vez desapareció el grupo entero y solo volvió Ferreiro que cantó él solo, sobre el escenario y sentado al piano dos de las grandes canciones que siempre marcarán su trayectoria profesional: M y Promesas que no valen nada.
Solo diré una cosa: IM-PRE-SIO-NAN-TE, las dos. La de M, dulce, lenta y melancólica, como solo puede serlo una historia de amor que termina mal; la voz de Ferreiro arañaba casi el interior de todos y más de una lágrima se escapó.
Cuando siguió con Promesas que no valen nada todos seguimos gritando emocionados y vitoreando la elección que hacía de entre todas sus canciones. Esta también la gravé, pero como sabía que era muy larga solo gravé la última parte que terminó enlazando con la canción Insurrección de El último de la fila. Fue un placer también poderla escuchar en directo, oír al público cantar y darle forma a la canción y sentirte parte de la voz que cierra una de las mejores canciones que se han hecho.
Y así se llegó a la segunda sorpresa de la noche: Xoel López, con quien cantó la preciosa canción de Tierra y la magnífica obra maestra musical Turnedo; esta última hay que decir que me desgañité cantándola, estaba muy emocionada, no sé cómo una canción puede decir tanto de la vida de una persona solo sumando versos… hay pocas canciones que lo logren, que sientas que te definen pero Turnedo es de esas canciones.
A partir de aquí ya se veía el final del concierto, se empezaba a vislumbrar el borde de la playa y se notaba que nadie del público quería encallar en ella y tener que desembarcar. La paz del piano cortado solo por la voz de Ferreiro había desaparecido y todos los miembros del grupo habían vuelto al escenario para terminar juntos lo que juntos habían empezado dos horas atrás.
Tras la marcha de Xoel tocó dos canciones más: El Dormilón y Mi furia paranoica, y con ellas dio por terminado el concierto. Aquí os dejo el Setlist del mismo para que no os perdáis ni una de las canciones que cantó.
Sinceramente, y aun sabiendo que era un concierto de su último disco, me sobraron algunas del actual y eché en falta alguna de las canciones pasadas como la de Piensa en Frío, o la de S.P.N.B, que hubiese dado una mano por poder escucharlas en directo, al igual que la de Tan Fácil que, a pesar de ser de Los Piratas, es una de las canciones más especiales para mí. Por ponerme exigente también diré que me hubiese gustado la que daba nombre al disco de Canciones para el tiempo y la distancia, aunque no tanto como la de Extrema Pobreza. Pero bueno, no se puede tener todo porque realmente fue enormísimo el concierto desde el primer minuto hasta el final y lo único que los fans pudimos lamentar, aparte de echar quizás de menos alguna canción, es que se terminase.
La pasión que Iván Ferreiro transmite y que sabe despertar en su público es lo mejor de verle sobre el escenario, todo lo que comunica con sus letras, con su voz que se une al canto continuo de todos los fans.
Deja Ferreiro Madrid para seguir con su gira, pero ni por un momento olvidaremos todo lo que nos ha dejado a su paso. Igual que en El fin de la eternidad, terminó su actuación pero no su música, quedándose en el tiempo y en la distancia como siempre ha hecho porque Iván es esa luz, que mira, “viene hacía aquí, déjala entrar.”
Lucía Berruga Sánchez
* Todas las imágenes de este post han sido tomadas por Lucía Berruga (L.B.)
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