Para consumir carroña hacen falta carroñeros que te la consigan. Porque a muy pocos nos gusta mancharnos las manos. Y así es cómo unos alimentan a otros con ella; cómo ambos, consumidores y camellos de carroña, fomentamos el negocio; cómo el dolor se convierte en espectáculo. Los informativos en un circo. Y el periodismo… en