“En ocasiones no hay mayor placer que conducir por la autopista o la autovía, a noventa o cien por hora, por el carril derecho, escuchando música… Y fumar. Observar cómo anochece por el espejo retrovisor, con la mano izquierda deslizándose por el volante y la derecha jugueteando con la palanca de cambios. La carretera fluye