Siempre me he reído de los tópicos de las películas románticas, sobre todo de quienes las consumen: mujeres en pijama, a veces en grupo, que lloran a moco tendido mientras la ven, rodeadas de boles de palomitas, patatas fritas y tarrinas de helado. Y aquí estoy, un sábado por la noche. Como ellas. Viendo una