¿Cuál es el precio del éxito y la fama? ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar por conseguirlos? Y lo más importante, ¿y si ese mundo del que depende tu triunfo es el de la televisión? Sí, esa caja tonta y devoradora de mentes, escenario para todo tipo de personajes de la vida cotidiana que también lo buscan, aunque sea en forma de esos 15 minutos de fama de los que hablaba Andy Warhol , de espectáculo en forma de escarnio y sensacionalismo. Esas son las preguntas que se hace LATE NIGHT WITH THE DEVIL (2023) escrita y dirigida por los hermanos australianos Cameron y Colin Cairnes y que se ha convertido en un fenómeno del cine de terror, ganadora del premio al mejor guion en el Festival de Sitges. Una original y terrorífica propuesta donde lo psicológico y lo conductual, lo sugerido y lo explícito se dan de la mano para, literalmente, volarte la cabeza. Vamos al lío…
Estamos en la noche de Halloween de 1977. El presentador en horas bajas después de disfrutar las mieles del éxito, Jack Delroy (un impresionante y habitual secundario David Dastmalchian), ha preparado un especial plagado de sorpresas para su show Night Owl, el clásico programa en prime time por donde pasan todo tipo de personajes y cuyo modelo copió tan bien (o mal, según se vea) España en los 90 con programas como Esta noche cruzamos el Misisipi. El plato fuerte es Lilly (una inquietante Ingrid Toreli), una niña de apenas 11 años rescatada al más puro estilo Waco por la policía de una secta diabólica, y tutelada por June (una convincente Laura Gordon), parapsicóloga que defiende que Lilly está poseída por una fuerza maligna. Lo que sucede en directo durante el transcurso del programa (en color cuando estamos en directo y en blanco y negro durante las pausas en un ejercicio de estilo no muy original pero, a todas luces, efectivo) se salta las normas de todo lo que estaba previsto por Delroy y la dirección del programa, convirtiéndose en el minuto a minuto en lo más visto por la audiencia yanqui pero, ¿a cambio de qué? Eso tendréis que averiguarlo vosotros viendo una peli que os dejará atrapados en el sillón hasta su brutal y desconcertante desenlace.
Cuanto menos sepáis, mejor para disfrutar de la experiencia. Un consejo: no busquéis respuestas sino reflexiones. Y las más importantes son, de todo lo que veis en televisión, ¿qué es verdad y qué no lo es? ¿Qué es realidad y qué manipulación? ¿Hasta qué punto se exprime a los invitados de esos programas de testimonios que pueblan las parrillas televisivas para hacer de sus confesiones un vodevil sin tener en cuenta lo que será de ellos una vez abandonen el plató habiéndose vaciado antes millones de espectadores?
Llevo más de 25 años trabajando en televisión y os aseguro que la línea roja que delimita la frontera entre el entretenimiento y la ética es tan delgada… que asusta.
Que el DIABLO os acompañe…