¿Os imagináis a Alfredo Landa interpretando a un rudo detective que investiga el caso de la desaparición de una chica en el Madrid de los 80? El que fuera figura de una época llamada “landismo” con sus comedias, por aquella época, los 60 y 70, en que con títulos como Cateto a babor (1970) se metía en la piel del por entonces llamado “macho ibérico” para desatar risas y hablar de un tópico tan patrio como la tortilla de patatas… Sí, ése. Que en EL CRACK (1981) dirigida por José Luis Garci , el primer español en ganar el Óscar (Volver a empezar, 1982), cambió de registro para interpretar a un expolicía, Germán Arrieta, alias “el piojo”, en un thriller de armas tomar, una joya de nuestro cine en una década dominada por los dramas y las comedietas, sin un ápice de originalidad y que abrió un camino que no explotó hasta los 90 con gente como Agustín Díaz Yanes (Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995), Juanma Bajo Ulloa (La madre muerta, 1993) o Alex de la Iglesia (El día de la bestia, 1995) y que terminó por reventar, afortunadamente, en los 2.000 con gente como Alberto Rodríguez (La isla mínima, 2014), Rodrigo Sorogoyen (Que Dios nos perdone, 2016) o Enrique Urbizu (No habrá paz para los malvados, 2011). Sí eran los 80 y Garci demostraba que en este país se podía hacer bien cine de género noir y que un actor de comedia español podía con un sobresaliente cruzarse al “lado oscuro” antes de que otros al otro lado del charco, Carey, Sandler, Wiliams…, tuvieran oportunidad de demostrarlo.
EL CRACK es un rara avis en ese cine español ochentero, cine negro con MAYÚSCULAS, donde Alfredo Landa cambia de registro en una clase magistral de interpretación y reinvención de sí mismo como actor, un detective duro, triste, amargado y arropado por unos secundarios de lujo (Miguel Rellán, Manuel Tejada, José Bódalo) en que su vida profesional, la investigación de la desaparición de la chica, y la personal, su romance con Carmen (María Casanova) una madre soltera, colisionarán en una misma vía como dos trenes de mercancías a toda máquina.
Los bajos fondos de Madrid de los ochenta, las cañas, el tabaco y el vinacho, los tugurios, el boxeo y la corrupción se dan de la mano en una película imprescindible para los amantes del género en la que Alfredo Landa, repito, da una lección de lo que es ser actor, de lo que es salirse de los clichés que la industria le impuso y donde demuestra que es un artista como la copa de un pino y echamos muchísimo menos.
Ahí te lo dejo
https://www.youtube.com/watch?v=ik8P_NYiohM
El listillo de Tarantino
Grande!