Un niño de 9 años con una gorra que tiene bordada la palabra FUCK.
Y una niña de 10 con unos pantalones cortos que más bien parecen un cinturón.
Él se lleva la mano a su entrepierna y hace un meneo de pelvis… que ni Elvis.
Ella se contonea como hacen sus mayores en la disco y, poniendo el culo en pompa, es capaz de bajarlo repetidas veces hasta casi tocar el suelo, como si fuese un muelle.
Y todo a ritmo de música atronadora y caliente, de la de sacudirse como una pescadilla fuera del agua y arrimar cebolleta…
O lo que te dejen.
Para que, al finalizar el número, les pregunten qué es para ellos el baile.
– Es mi vida- responde uno.
– ¿Y qué sientes cuando bailas?
– Que estoy en el cielo… que soy libre- añade el otro.
Con 9 y 10 años.
Vamos… no jodas.
Están tan empapados de realities, talents y concursos varios que, como niños y esponjas que son, lo absorben todo. Para dejar de ser niños…
Y convertirse en monstruos.
Yo también tuve 9 y 10 años. Y también salí en la tele. Claro que eran otros tiempos. Cuando solo estaban la Primera y la Segunda. Cuando los mayores interpretaban lo que decíamos para ganar gallifantes, Rosa León nos tocaba la guitarra, jugábamos con La cometa blanca y viajábamos hasta El planeta imaginario.
Mi madre vio un anuncio en el periódico. Se buscaban niños para un programa de televisión. Y la convencí para que llamase…
El programa en cuestión era El kiosko, heredero para las tardes de los jueves de Dabadabadá, presentado por Verónica, Juan Ramón y un muñeco de trapo llamado Pepe Soplillo, primo lejano de Horacio Pinchadiscos.
Debía escoger una canción. Llevar una cinta con ella y cantarla en playback con una coreografía de mi invención. Y yo, con dos cojones, me llevé una del Max Mix 4.
Pero me cogieron.
Y pude hacer mis pinitos en la tele con tres videoclips de la sección Baby Disco del programa, donde la chavalería reinterpretaba los hits musicales del momento. El primero que hicimos fue el Walk of life de Dire Straits, ambientándolo en un salón del salvaje oeste.
Un día para pruebas de vestuario, otro para ensayos y el último para la grabación. Y te pagaban cinco mil pelas. En una época en la que veías la serie australiana Valle Secreto y querías ser uno de esos niños, pero no para ser actor, sino para vivir una de sus aventuras. Una época en la que tu máxima aspiración televisiva había sido ser uno de esos niños que escuchaban en vivo y en directo aquello de “¿Cómo están ustedes?” para responder a todo pulmón “¡Bieeeeeeeeen!”. Una época en la que te imaginabas lo maravilloso que sería estar en la piel de Bastian Baltasar Bux y no en la del actor que protagonizaba La historia interminable, ser uno de Los bicivoladores o tener una charla con Caponata y Perejil.
En aquel primer videoclip que grabamos había bailarinas de can can. Interpretadas por niñas. Que lo hicieron como niñas. No como gogos de discoteca.
He encontrado el vídeo de aquel número en Internet. He vuelto a verlo después de muchos años. Y lo que veo es un grupo de niños participando en un programa de televisión.
Pasándoselo bien.
Y comportándose como niños.
Porque con 9 y 10 años no queríamos ser otra cosa.
Porque si para un niño el baile en su vida…
O no es un niño, o está mintiendo… o le han enseñado a que lo haga.
Porque si un niño necesita bailar para sentirse libre… me pregunto qué le pasa el resto del día para que no lo sea.
Y la respuesta que encuentro no me mola un pelo.
Recuerdo haber visto tu actuación en su día. Gracias por alegrarnos aquella tarde a todos, con 25 o 30 años de retraso.
Y gracias por tu post.
Gracias a ti por leerlo y comentarlo. Un saludo
Te olvidas de un detalle.
Los horarios, en la época en que se emitió Baby Disco la aparición de niños en TV se circunscribía al horario infantil, o a primera hora, muy primera hora del día, antes de ir a clase o bien cuando volvíamos de clase, sin contar La Bola de Cristal en las horas matinales del fin de semana.
El horario infantil está ahora invadido con programas como Sálvame, Corazón de no se que, el debate de la tarde de no se que canal… fuera de los temáticos tipo Clan o Boing, ya apenas hay nada en horario infantil, ya no pienso en Neox emitiendo series como Dos Hombre y Medio y el mensaje que transmiten.
El espacio para los niños en las TV generalistas se está reduciendo a ser un producto más en horario nocturno para adultos, y por tanto los niños se comportan como lo haría un adulto, sospecho que inducidos por alguien.
Y nos libramos del reality aquel estilo Señor de las Moscas por los pelos…
Totalmente de acuerdo con la reflexión acerca del horario…
En realidad estoy de acuerdo, pero se me acaba de pasar algo por la cabeza… no será una cosa puramente generacional?
Me explico: en el vídeo las niñas salen haciendo de cabareteras, que hace cien años venían a ser prostitutas. Es decir, ahora lo vemos como algo gracioso, pero si alguien de hace cien años ve a unas niñas haciendo de cabareteras se echaría las manos a la cabeza, exactamente como estamos haciendo ahora nosotros (de igual modo a lo que ha pasado con la imagen del pirata, eran asesinos y ladrones y ahora son personajes de Disney). Creo que ciertos conceptos y clichés tienden a neutralizarse con el tiempo y volverse mas… ‘Dysney’. Por ejemplo, lo del FUCK de la gorra del chaval… a mi de pequeño me daban una colleja si se me ocurría decir una palabrota, pero eso ya no pasa hoy y los niños dicen palabrotas. En realidad una palabrota no significa lo mismo para ti que para un niño. A ti aun te suena fuerte y fuera de lugar, miestras que para el niño decir ‘putamierda’ o ‘caca’ suena igual de flojeras.
Es decir, cuando ves a esos niños bailar, estás viendo una cosa muy diferente a lo que están viendo los niños. Para ellos, se ha ‘Dysneficado’ digamos. Para ellos es otra cosa, aunque nosotros lo sigamos viendo con el prisma de have veinte años.
Que nos hemos vuelto unos viejo, vaya, y empezamos a no entender el mundo de los más jóvenes.
Siento discrepar, pero me parece que has sacado un tema interesante y digno de analizarlo en su complejidad.
abrazos y felicidades por el blog!
Pues tengo 25 años y un hijo de 6, y ni se le pasa por la cabeza decir una palabrota porque si colleja se lleva.
Me parece muy correcto!
Educar a base de collejas… correctísimo, sí señor.
Viva la falta de recursos.
Es verdad, lo mejor es ver a los padres que cuando el niño se mea en una tienda le dicen: ‘No, Manolito, eso está muy mal’ pero flojito para que no se asuste la criatura.
La falta de credito en la juventud actual me parece de abuelo refunfuñón que no entiende los tiempos modernos.
Te quejas por que se comportan como mayores pero tu bailabas Walk of life de Dire Straits que es una canción de temática adulta.
Confiemos en los jóvenes, dejémoslos hacer que al final ellos cambiarán el mundo como otros tantos lo hicieron en su momento.
La juventud es una cosa… y la infancia otra…
Vergonzoso cuando explotan a un menor en beneficio de una audiencia y por consiguiente de una mayor ganancia económica.
Realmente los padres, verdaderos culpables, se ciegan en la esperanza de crear estrellas de muñecos de madera.
Que alguien piense un poco y busque alguna estrella infantil que de mayor haya sido feliz y no haya tenido problemas psicológicos, drogas,etc…
A mi me parece comentarios de viejo cebolleta y de exagerado. Mas aun cuando usted hizo lo mismo es decir salir en la tele.
Tenga en cuenta que la anterior generación opino lo mismo de usted cuando salió en la tele.
Es decir se tiende siempre a decir, que la generaciones que vienen siempre son peores, tienen sus particularidades, pero… En fin.
La cuestión no es salir o no en la tele, sino cómo se actúa cuando se hace, sí como un niño o como un niño que parece otra cosa…
“Fucks”, contoneos y cebolleta son lo que se lleva ahora. En los ochenta, los estilismos de Alaska, los bailes de Michael Jackson o los primeros escándalos de Madonna. A mí me parece que la diferencia entre aquellos programas y los de hoy en día está en las expectativas de las criaturas y en el modelo televisivo.
Tal y como dices, fuiste a la tele a pasar un buen rato y llevarte 5.000 pelas. Y ya. Imagino que dentro de ti no había muchas más pretensiones, propias o inducidas por adultos. Y el programa al que acudiste no quiso nunca estirar el chicle de tu actuación hasta la saciedad.
Hoy, las critaturas que van a la tele quieren ser estrellas y para eso tienen que imitar lo que está de moda. No sé muy bien si por decisión propia o por deseos de los adultos. En cuanto a los programas de televisión, sólo ven negocio: si no ven potencial, la pequeña estrella se convierte en objeto de usar y tirar; si hay tirón, estrujarán a la critatura hasta sacarle el máximo de euros posibles.
A ver qué no depara la televisión en los próximos veinte años…
Totalmente de acuerdo, sobre si es generacional recomiendo la película Pequeña Miss Sunshine, que trata este fenómeno de pequeños monstruitos disfrazados de mayores para regocijo de algunos bolsillos, en perjuicio totalmente del menor.